Capitulo 3

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 "...esto no va a ser difícil, va a ser imposible."

"Volvemos a vernos... Gatita"

Esto era un sueño. Definitivamente lo era. En 5 minutos sonaría el despertador y tendría que levantarme. Esto no estaba pasando. Él no estaba en mi clase, sentado a mi lado y con su estúpida sonrisa en la cara. Él estaría por ahí, en su mundo, sin afectar en el mio. Todo esto era una horrible, horrible pesadilla de la que quería despertarme. No estaba sucediendo. Cerré los ojos y suspiré. Uno... dos... tres... Despierta ya ___, cuatro... cinco... Vamos, vamos, esto no es real, no... seis... siete... No está a tu lado... ocho... nueve...

“¿Se puede saber que mierdas haces?” dijo mirándome fijamente alzando la ceja. Entre abrí un ojo y ahí seguía. Mirándome incrédulo. Creo que parecía una auténtica idiota. Cogí aire y le encaré.

“¿Qué se supone que haces aquí?” susurré frunciendo el ceño sin mirarle a los ojos.

Soltó una carcajada flojita para no levantar la voz. Su cara tornó divertida.

“Estar en clase, lo mismo que tú, gatita.”

“Te he dicho que no me llames así, imbécil.” Mi cara comenzaba a ponerse roja de enfado. Es decir, él no podía estar realmente aquí, ¿no? Este era mi territorio, a él no le pegaba venir a la escuela. No encajaba en todo esto. No lo veía de su estilo, pero tal vez me equivocaba. Tal vez no debería juzgarle tan rápido.

Su cara se acercó a la mia. “Me encanta cuando te pones peleona.” me guiñó un ojo acto seguido. Me sonrojé, me maldije por dentro por eso, pero me sonrojé. Maldita sea.

“Mira niño estúpido-” gruñí.

“Sigues teniendo una boca muy sucia. Eso no tiene que decirlo una señorita” me interrumpió.

“Tú no tienes ni idea de-”

“¡___! ¿Puedo continuar la clase? ¿O usted tiene algo que comentar con los demás sobre la Guerra Civil? Porque supongo que estará hablando de eso.” El profesor Harris me calló. Agaché la cabeza sonrojada y la levanté como pude mirándole. “Disculpe” susurré.

“Que no vuelva a suceder” dijo girándose para continuar escribiendo en la pizarra.

Mi sangre ardía por dentro. Por culpa de imbécil casi me gano una amonestación. Debía de controlarme con este. No hablar en clase. Pasar de él. Hacerle el auténtico vacío.

Pero cuando su aliento chocó contra mi oído supe que esto iba a ser muy difícil. “También eres una chica mala. Me encanta.”

Estas perdida.


**
Creo que nunca había recogido mis cosas con tanta rapidez. Necesitaba salir de allí urgentemente y dejar de ver al imbécil. Me ponía de los nervios. Cada vez que le miraba su sonrisa se extendía por su rostro. Era preciosa. ¿Qué estás diciendo ___? Concentrate. Pero no podía negar que no me llama la atención. Durante el resto de la clase había intentado pasar de él, excepto por algunos roces de nuestros brazos y esa extraña sensación en los lugares en los que nos habíamos tocado, lo tenía todo bajo control. Ese chico era insoportable, prepotente, imbécil. Creo que eso ya lo habías dicho. Mi voz interior no podía estarse callada.

Suspiré mientras atravesaba el pasillo hasta llegar a mi taquilla. Puse la combinación introduciendo los libros y cogiendo los de la siguiente clase. Debería concentrarme en mis clases. Sacarle de mi mente. Podía hacerlo. Cerré la taquilla encontrándome de frente con su mirada. Solté un grito ahogado al ver sus ojos mieles y me alejé un paso de él. ¿Estaba siguiéndome? Esto podía llamarse acoso. Giré mi mirada alejándome de él y de aquella sonrisa irónica que formó al verme. Tenía que llegar a clase antes de tiempo. Comencé a esquivar a la gente que se iba cruzando por mi camino aligerando el paso cuando mi brazo quedó enganchado a algo. Me giré para ver que era. El imbécil, genial. No puedes decir que no te encanta.

“Quieta gatita, quiero hablar contigo” dijo sonriendo. Ya me estaba cansando. Solté mi mi brazo de su agarré de un fuerte tirón y le miré a esos ojos miles.

“Te he dicho que no me llames así” Me giré. “Y no quiero hablar de nada contigo.” Comencé a andar de nuevo, se estaba haciendo tarde y no tenía tiempo para tonterías. Oí su risa y como empezaba a caminar detrás de mi, siguiéndome el paso.

“Esta bien, esta bien, no te llamaré mas gatita.” Íbamos progresando. Adelantó el paso parándose delante de mi impidiéndome caminar. “Pero sigo queriendo hablar contigo” sonrió de lado. Arrogante, pensé.

“Lástima, yo no quiero hablar contigo.” le intenté esquivar pero fue difícil, ya que agarró de nuevo su brazo y tiró de mí hasta que mi cuerpo chocó contra el suyo. Miró a ambos lados y sonrió, acercando su cara a la mía.

“No seas así, vengo en son de paz.” Su agarre se fue debilitando. “Lo único que quiero es conocerte mejor”

“Tengo mejores cosas que hacer.” Mi pecho comenzaba a ir más rápido. ¿Qué está pasando? Negué con la cabeza intentado quitarme esa sensación. “Ahora, suéltame”

Soltó su brazo y su sonrisa se hizo mas amplia. Su cara se puso a milímetros de la mía. Podía notar su aliento en mis labios. “Me gusta que me lo pongan difícil.” Giró la cabeza sin apartar los ojos de los míos.

“Me alegro, pero esto no va a ser difícil, va a ser imposible.” Me fui, dejándole con la sonrisa en la cara. Esta vez si llegué a clase, nada me lo impedía esta vez. Pero su aliento aún rozaba mis labios.


**

Las demás clases se volvieron aburridas. Toda la mañana había sido un infierno. Echaba de menos a Danna. Tenía que contarle lo de Justin en cuanto pudiera. Aún no le había dicho que la noche anterior le conocí, aunque probablemente ni siquiera supiera quien era o ni lo habría visto. Saqué el dinero del almuerzo colocándome a la cola para comprar la comida. Siempre había el mismo olor en aquel lugar. Pusieran la comida que pusieran. Y además, tampoco es que hubiera mucha diferencia de plato en plato con respecto al sabor. Odiaba comprar la comida aquí. Ahora mismo mataría por una buena ensalada de pasta. Como las que hacía mi padre... Le echaba de menos.

Cuando llegó mi turno le pedí a la cocinera un poco de macarrones y cogí una manzana. Aunque no me veía capaz de comerme todo, necesitaba llenarme de energía para las últimas dos horas. Filosofía y Química. ¿Quién era capaz de aguantar eso? Era matante. Agarré mi bandeja y me dirigí a la mesa que siempre ocupábamos Danna, Eric y yo. Era raro que aún no estuvieran ninguno de los dos. Eric ya debería de estar por aquí contándome hasta el último detalle de sus ligues de la semana pasada. Los busqué con la mirada y cuando desistí me senté en la mesa a esperarles.

La comida no llamaba mucho mi atención, aún así la movía y pinchaba con el tenedor de vez en cuando. ¿Dónde estaban? No habían podido dejarme sola. Eso era imposible. Entonces las risas y voces comenzaron a llenar el comedor. Levanté la cabeza como el resto de los allí presentes. Y le vi entrar por la puerta. Bueno a él y a todo su séquito de chicas plásticas que babeaban por cada paso que daba. Contuve una arcada. ¿Cómo podían acercarse a él? Justin era de todo menos amigable. Pero claro, a ellos les interesaba su cuerpo, no su cerebro de mosquito.

Mi boca se abrió mas de lo normal cuando vi a Danna agarrada a su brazo y Eric al otro lado. Los tres hablaban amigablemente con él. ¿Amigablemente? Eso es imposible. Todas las plásticas intentaban quitarles el sitio a Danna y a Eric, pero estos luchaban con dientes por quedarse en el lugar en el que estaban. Esta situación era tan patética y subreal que quise pincharme con el tenedor para estar al 100% segura de que no seguía en mi cama durmiendo.

Danna giró su vista hacia mi y me saludó. Yo hice una mueca con la boca en forma de saludo y fue entonces cuando los ojos de Justin viajaron en su misma dirección hacia mi. Sonrió sin apartar la mirada.

Estaba perdida.

  

Esclavos de la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora