Capitulo 34

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No hago tratos contigo.”

“¿Dónde está?”

“¿Dónde está qué, Justin?”

“La nota, ___. Quiero verla ahora mismo.” Pronunció con voz dura.

Le entregué la carta después de haber cerrado la puerta de mi cuarto. Justin acababa de llegar y había subido por la ventana (parece ser que es su forma mas habitual de entrar en una casa ajena). Antes de si quiera darme un beso de bienvenida, o como quieras llamarlo, había venido pidiendo la nota. La estúpida nota que no sabía quien había podido escribir. Si Justin no había sido, ¿entonces quién? ¿Matt?

Justin inspeccionó la nota con mucha atención. La leyó, volvió a leer y releyó por infinita vez. La nota iba a ser la misma. Arrugó la nota en un puño y comenzó a pasearse de arriba a bajo por mi cuarto. Estaba nervioso y tenso. No tenía mucha idea de qué decir en este momento.

“No puede ser...” Susurró lo suficientemente bajo para que me costara entenderlo. Estaba hablando para sí mismo.

“¿Qué no puede ser?” Pregunté antes de darme cuenta. Bocazas.

“¿Qué?” Respondió sin pisparse. Señalé la bola de papel entre sus manos y él bajó la mirada siguiendo mi señal. “Oh... No es nada, voy... Voy a llamar a Ryan. Ahora vengo.” Dijo sin expresión.

Justin tiró la bola de papel a la basura y se encaminó al baño sacando su iPhone del bolsillo. Marcó el número que se sabía de memoria, el de su mejor amigo y se puso al teléfono. Justo cuando estaba apunto de hablar cerró la puerta tras de él.

Me quedé sola en mi cuarto, perpleja y sin entender nada de la situación. ¿Habría reconocido la letra? ¿Sabría de quien podría ser? ¿Y por qué no me lo decía? Suspiré y fui a la papelera a recoger el cacho papel.

Una vez lo hube estirado en mis manos, volví a intentar ver si conocía la letra. Plan fracasado. Miré a contra luz, por si acaso tenía algo escrito con una tinta casi invisible o algo por el estilo. El plan volvió a fallar. ¿Quién demonios mandaba mensajes así? Todo esto estaba empezando a ponerme nerviosa y a asustarme.

“Ryan, llámalo.”

La voz de Justin se colaba a través de la puerta. Hubo un silencio después de esa frase. Ryan estaría respondiendo, supuse.

“No. Mira, entiende que... ¡Me importa una jodida mierda! ¡Llámalo!” Gritó lleno de enfado.

¿A quién mierdas tenía que llamar? Desearía poder estar escuchando que decía Ryan.

“Joder, joder. Bien. Quedaré con él mas tarde.” Podía notarse que tenía la mandíbula apretada. “No, no vas a venir conmigo. Adiós, Ryan.”

La puerta se abrió de golpe antes de que pudiera procesar que la llamada había acabado. Pegué un pequeño salto debido al susto y a la expresión de ira que tenía Justin. Dejé caer mis manos, las cuales todavía sujetaban el dichoso papel y me acerqué con cautela. Él apretaba su teléfono en su mano izquierda. Estaba quieto, quieto e ido. Miraba al frente pero su vista estaba fija mas allá, mas allá de una pared. Fuera de aquí.

“Justin, ¿es... estas bien?” Lamí mis labios y entrelacé una de sus manos con la mía.

Él pareció reaccionar y bajó la mirada. Su expresión cambió cuando vio la preocupación dibujada en mi cara.

Asintió. No dijo ni hizo nada mas. Me acerqué a su cuerpo y rodeé su cintura apoyando mi cabeza contra su pecho. Le abracé durante unos segundos antes de decir nada. Él poco a poco fue respondiéndome, hasta que finalmente los dos quedamos fuertemente abrazados el uno al otro.

Esclavos de la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora