Capitulo 8

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  "Mi enfermera sexy."

"Sí, ahora solo quiero curarme y estar contigo." Sonrió.

Nunca imaginé que estuviera aquí. Es decir, ni en sueños imaginaba pisar este lugar. Ni loca. Pero no había otra cosa que pudiéramos hacer en su estado. 

Le dejé caer sobre su cama con cuidado. Tuve que llevarle apoyado sobre mí hasta su casa. Por lo visto su estomago le dolía como el infierno, pero a mi me preocupaba mas el golpe de su mejilla y su labio. Todo estaba rojo e hinchado. Me dolía hasta a mí. Cuando le dejé caer soltó un leve gruñido cerrando sus ojos con fuerza. Me mordí el labio y susurré un pequeño lo siento. No quería causarle mas dolor. Me puse de pie mirando como se agarraba el estomago con una mano mientras con la otra se apoyaba sobre la cama levantando su cuerpo para ponerse en una mejor posición, con su espalda pegada por la parte superior al cabecero de la cama.

"Dime donde está el botiquín" exigí.

Con los ojos aún cerrados sonrió de lado. "No me digas que vas hacer de enfermera sexy." Abrió los ojos para ver mi expresión.

Levanté una ceja y negué con la cabeza. "De enfermera tal vez, pero sexy no y menos para ti."

"Eres tan arisca" rió pero el dolor de su estomago hizo que parara. Me preocupé aún más.

"Dime donde está Justin."

"Debajo del lavabo, creo." Asentí y seguí sus indicaciones. Su habitación era bastante grande, más que la mía y tenía baño propio.

Toda la habitación estaba pintada de un azul oscuro y de las paredes colgaban algún que otro póster de grupos. Había bastante ropa esparcida por el suelo y sobre la silla del escritorio que tenía. Además en una esquina tenía una batería y una guitarra. Me preguntaba como podía pagarse todo esto, pero después de esta noche me lo imaginaba.

El resto de la casa era igual de grande, pero no muy decorada. Sabrías que era una casa de tío en cuanto entraras por la puerta. El salón estaba dividido entre el salón propiamente dicho y una barra americana donde justo detrás estaba la cocina. El salón solo era un par de sofás y la televisión. Pero la casa, además de la habitación de Justin, tenía otra por lo que imaginé que tendría un compañero de piso.

Me dirigí a su cuarto de baño temiendo encontrarme calzoncillo o algo así tirado por ahí. Pero era un baño normal, lavabo, ducha, váter y demás. Me agaché delante del lavabo y abrí el armario encontrando el botiquín.

"Por favor, ahora no seas un niño pequeño y no te quejes mucho. Voy a curarte." Dije cuando llegué a la cama sentándome en un lateral a su lado. Él no dejaba de mirarme. Nunca lo hacía.

Abrí el botiquín sacando un par de algodones y alcohol seguido del betadine. Unté los líquidos en el algodón y me acerqué a él un poco más. Sostuve su barbilla con mi mano para girarla un poco y tener mejor vista de su herida. No era tan grave después de todo pero necesitaba ser curada. Di unos golpecitos suaves con el algodón en su mejilla.

"Tsss" susurró cerrando los ojos. "Quita eso, ___"

"No seas quejica, los golpes han tenido que doler mas" apreté un poco mas el algodón.

Agarró entonces mi cintura tirando hacia atrás, alejando mi mano de su mejilla.

"Quieta, gatita. En serio." Abrió los ojos y giró su cara hacia mi. "Escuece."

"Cuanto antes acabe menos te va a doler, ¿no crees?" Sonreí un poco para que me dejara terminar.

Suspiró y giró su cara de nuevo. Mi mano volvió hasta allí acabando de limpiar y curar la herida. Esta vez no se quejó, pero pude notar como le dolía cada vez que apretaba con sus manos mi cintura.

Esclavos de la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora