Capitulo 35

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  “¿Vas dejar que te bese?”

Unos meses después:

Había pasado ya el suficiente tiempo para que todo fuera bien. Todo estaba bajo control. Tal vez alguna que otra cosa pudiera ir mal de vez en cuando. Peleas, piques, pequeños enfados. Daba igual, todo acababa con un beso de sus labios. Que podría caerse el mundo y yo seguía perdidamente enamorada de él. Durante estos meses todo había sido casi perfecto. Porque la verdad, ninguno de los dos queríamos una relación perfecta. Nada de cuentos fantásticos que no se cumplen. Nada de príncipes azules, ni princesas azules. Teníamos una historia real.

Una historial real de verdad. Una historia de esas que acaban las discusiones por teléfono con un 'te quiero' por muy enfadados que estemos. Una historia de esas en las que los silencios no son incómodos. Una historia real como la de los abuelos. Esos que van de la mano y todavía se dan besos. Teníamos una historia que no cambiaría por ninguna otra, y menos que sea de cuento. Porque, ¿para qué quería un príncipe encantador? Esos sólo terminan en sapo.

Los dos nos habíamos conocido mucho, mucho mas. No era sólo mi novio, era mi mejor amigo. Y dios, si eso no me encantaba. Me sabía cada una de sus manías, sus gustos y cómo le gustaba que estuviera cada cosa. Podría decir su comida favorita, la colonia que tanto se echa, que cosas le molestan y que otras no soporta. Y él me conocía a mi. De la misma forma o incluso mas.

Y tal vez fuéramos jóvenes para la palabra “amor”, pero a este punto de la historia, sabía que era lo que realmente había entre nosotros.

Sonreí como una completa idiota mientras acariciaba su pelo con una de mis manos mientras la otra descansaba sobre su pecho. Justin estaba tumbado, con la cabeza apoyada sobre mi regazo. Era viernes por la tarde, y nuestro mejor plan fue quedarnos en su casa viendo una película.

Me incliné hacia abajo y le di un pequeño beso en la mejilla. Él giró la cara, fijando sus ojos en los míos. Frunció las cejas.

“¿Y esto...?”

“¿Qué pasa? ¿No puedo darle un beso a mi novio?” Respondí con ironía.

Él soltó una carcajada que hizo que mi sonrisa se ensanchara.

“Claro que puedes. Pero a mi me gustan de otro tipo.” Lamió sus labios y subió las cejas con expresión arrogante.

“Lo siento, ese tipo de besos se han acabado, vuelva en unos días.” Anuncié con diversión cerca de su boca. Mordí mi labio para que no se me escapara una risa cuando vi la cara que se le había quedado.

Justin se levantó de encima mío, todavía sobre el sofá y se giro atrapando mis manos. Me tumbó con rapidez hacia atrás colocando mis manos sobre mi cabeza mientras él se cernía sobre mí. No tuve tiempo a responder. Su cara se acercó a la mía. Notaba su respiración golpear contra mis labios. Él sonrió con orgullo cuando me vio tragar saliva.

“No te pongas nerviosa, gatita. Sólo voy a besarte.”

Dios, si, besos, besos.

“¿Quién te ha dicho que esté nerviosa?” Tiré de mis manos intentando soltarme. Justin apretó su agarre.

Negó con la cabeza y sonrió con esa estúpida sonrisa de arrogancia. “¿No lo estas? ¿Seguro?”

Sujetó mis dos manos, todavía sobre mi cabeza, con una sola. La otra fue bajando poco a poco. Desde el nacimiento de mi pelo hasta mi muslo, dibujando el contorno de mi cuerpo con suma delicadeza. Cuando terminó su recorrido, sujetó mi pierna levantándola para poder abrir un hueco y colocarse entre ambas. Apretando su cuerpo al mio. Tuve que cerrar los ojos para no dejar escapar un gemido.

Esclavos de la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora