Capítulo diecisiete Rompiendo los diques de mi corazón

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Steve pov.

Que se cree ya tal vez fui la reina del drama pero pegarme, pegarme después de todo lo que ha sufrido mi poto, no hay derecho papá es un súper desconsiderado, no puedo evitar hacer un puchero, me duele el potito, y a nadie parece importarle.

En eso viene el médico, que hace aquí, es el mismo que trato a papá.

"¿qué haces aquí?"

"soy tu médico"

"¿no tienes ética acaso?, trataste a papá no me puedes tratar a mí, además no hiciste un buen trabajo arreglándolo" le dije dando por terminada la conversación me di media vuelta y decidí ignorarlo.

"Steve"

"papá" si aún me duele mi boquita por decirle Sean.

"que dijimos de los modales"

"nada" me hice el inocente.

"¿Quieres que te castigue de nuevo?"

"no papá eso me hace triste" le dije con un puchero.

"no me manipules hijo. Se acabó esa relación ente nosotros. " me dio un beso en la frente "te amo, pero no tolerare más faltas de respeto ni chantajes"

"no puedes dejar que me pegue eso es dañino para los niños, me puede traumar" me queje con el médico que de algo sirva todo esto.

"no, de hecho creo que harta falta te hacen y si te las dan con amor no hay ningún problema" me dijo el muy descarado.

"quiero otro médico" ya sentía como comenzaba a brotar una pataleta desde mi interior.

"no y se acabó no quiero escándalos hijo, ahora vamos a hacer lo que nos digan y nos curaremos nuestros corazones"

"claro papá" le sonreí, si eso es lo que nenecito para salir de aquí, eso hare además no está de más de aprovechar de disfrutar a mi papi.

En nuestra primera noche aquí me fui a gatas a meter en su cama como cuando era pequeñito, papá me esperaba con los brazos abiertos me lleno de besos en mi carita y me acomodo para que me durmiera, en la mañana nos vinieron a despertar temprano, nos llevaron a las sesiones individuales y grupales, pero yo no puedo decir que lo que realmente siento porque me encerraran aquí y tirarían la llave y yo no quiero eso, mejor les sigo la corriente y me dan de alta pronto.

En las tardes salimos a caminar con mi papá, el me prometió que si me comía toda la comida me llevaría andar en bote y si no manitos en mi trasero, eso no me gustó nada, sobre todo si me las dio en la mañana porque no quería tomar mi desayuno y con un dolor en mi potito no lo encontré tan malo.

Papá anda pegado a mí como un chapecito, pero hay momentos que se esconde hablar por teléfono como si yo no me diera cuanta, seguro habla de negocios es trabajólico mi padre. Pero así lo quiero.

A la semana dos pasó algo raro, papá estaba muy extraño.

"hijo, que pensarías si el papá te diera un hermanito" me dijo inseguro.

"no me digas que preñaste a una de tus putas" le grite con furia "te odiaría y no te quería nunca más, si tienes un hijo te olvidas de mí, y jamás, jamás seria mi hermano yo no tengo eso" me descontrole, esto no podía ser verdad, papá me dejaría, corrí a encerrarme a la habitación rompí todo lo que estaba a mi paso, siento como abren la maldita puerta, no se puede tener privacidad en esta maldita institución.

Papá me sujeta con fuerza me dio tres palmadas.

"contrólate o te darán algo para que lo hagas"

Una jauría de tigresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora