Capítulo treinta y cuatro Volver a casa ... no siempre es lo que esperabas

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Evan a los pocos días esquiva como el resto de los chicos, tenía un talento innato, para todos los deportes, el general no volvió a castigarlo ni a Steve, pues lo chicos se portaron como ángeles no querían ser avergonzados delante de sus novias.

Por fin estaban en casa extrañaban a sus padres más de lo que deseaban admitir, pero llegar a casa fue reconfortante, aunque no fue como esperaban, Kirk estaba con cara de pocos amigos Sean estaba enojado gritando como un loco pidiendo reclamándole a Ángela por a verlos llamados.

"Sean te estás pasando"

"no papá tú te pasas, sabes estoy harto, harto me deslomo trabajando y tú te crees con el derecho a quitarme todo cuando se te da la gana, es mi trabajo"

"eres mi hijo"

"pues desearía que no lo fueras"

"papá" le grito Steve

Sean se tapó la cara.

"largo de aquí, largo sácalos de aquí" Sean no quería que sus hijos lo vieran así.

Karen tomo a los niños y los encerró en la pieza, salió a buscar a Ángela para que se quedara con ellos, ella debía estar con su hijo, mientras esperaban que el médico llegara, Sean había colapsado en el trabajo, discretamente habían llamado a Ángela para que fuera por él, Sean se negaba a dejar el trabajo, por lo que tuvo que llamar a sus suegros, el doctor de turno le inyecto un cálmate que lo hizo dormir, cuando despertó se encontró en su cama rodeado por sus padres, alterado perdido en el tiempo espacio enfadado, odiando al mundo solo queriendo terminar el trabajo, se sintió traicionado acarralado por lo que arremetió contra su padre pues hasta en esos momentos sabía que Kirk era su roca.

Al parecer con todo esto olvidaron que los niños llegarían hoy y se encontraron a su padre en plena crisis, Ángela se encargaría de sus hijos y Kirk y Karen de Sean, el médico llego en pleno berrinche de Sean que gritaba tiraba todo, hasta golpeo un par de veces a Kirk, con Karen era la única persona con quien se calmaba, donde se le tiraba a los brazos y lloraba para luego gritar a Kirk.

"es mi trabajo, mi empresa, porque me haces eso porque me quieres robar soy tu hijo" le gritaba

"hijo"

"no, porque quieres robarme todo"

Por fin llego el médico, diagnostico con una fuga disociativa, le inyecto un sedante para que durmiera cuarenta y ocho horas seguidas luego un mes de descanso y estaría como nuevo, y lo más importante es que debía reducir las horas de trabajo y los viajes, mucha paz y tranquilidad.

Los niños estaban advertidos de no alterar a su papá, en cuanto despertó Sean se fueron todos a casa de los opas, ya que era la única forma de poder cuidarlo.

La primera semana fue perfecta, todos disfrutaban de la compañía de los Opas, los abuelos de Sean dejaron el retiro y decidieron que se encargarían de los negocios de América al fin ya estaban cansados de descansar, eso molesto a Sean pues él prefería tomar a su familia e irse a vivir al otro lado del charco, pero no, eso estaba fuera de discusión Kirk no se separaría de su tigrecito ni ahora ni nunca.

"ya puedo volver al trabajo"

"no hijo en tres semanas" le dijo Kirk con calma.

"no es justo"

"Sean, tesoro sabes que no puedes, recuerdas lo que paso"

"si papá" se quejó, pero se fue su pieza, pero Sean tenía otra idea, cuando sus padres se relajaron se metió a la oficina de papá para poder trabajar, estaba dando instrucciones a diestra y siniestra como amaba su trabajo pero lo que no amo nada fue sentir como la sesión de internet se cerró y la cara de ogro de su padre, quien al menos tuvo la decencia de pagar todo antes de sacarlo del escritorio jalando su oreja y fue dándole nalgadas todo el camino hasta su habitación.

"Sean Hyuga te sorprendo mirando mi oficina o un computador y te daré la zurra de tu vida" dijo dándole quince fuertes nalgadas.

"Au papá me duele, papi me duele mucho"

"un mes o te dejo otro mes aquí castigado" sentencio Kirk pues sabía que esa amenaza era la única forma de que su hijo se comportara.

"haré caso papá, es difícil pero lo haré"

"lo sé mi sol, pero estas con tus papás con Ángela y tus dos cachorros no crees podrás estar ocupado sin pensar en números, hijo hacer dinero no es todo en la vida"

"lo sé, pero me gusta"

"lo sé, tesorito de mi corazón" dijo abrazándolo como cuando era chiquito, porque Sean era su hijito, el mismo chiquito que no tuvo una adolescencia ni juventud, en algún momento tenía que pasar y el estaría ahí para cuidarlo.

Los tigrecitos hicieron todo para cuidar a papá, daba gusto ver como se esforzaban en cuidarlo, las zapatillas de levantar, las películas, hasta darle la comida en la boca, cuál se esforzaba más, cuál era el mejor hijo, quién se portaba mejor, quien le daba el último pedazo de pastel y precisamente ese último pedazo de pastel fue el que hizo estallar primera guerra intergaláctica porque fue con todo dos tigres arañando mordiendo tirando pelos y gruñendo.

"Chicos que les pasa" grito Karen, pero no tuvo respuesta "basta" y nada, por lo que debió a recurrir al remedio más antiguo para estos casos, un buen par de nalgadas. "sepárense ahora" y entiendo porque Dios le había dado dos manos, para tomarle una oreja a cada uno "no se pelea" dijo tirando de ellas.

"Aaaaaa oma duele"

"grandma no"

"que es OMAaaaaaaaaa" y volaron los manotazos.

Por lo que unas fuertes nalgadas cayeron en los traviesos traseros.

"que estaba pasando"

"él me quito el pastel que yo le llevaba a papá" dijeron a coro

Karen los soltó a la vez tomo a Evan y le dio quince nalgadas bien fuertes y le dijo "quieto mientras trato con tu hermano" y luego le dio dieciséis nalgadas a Steve.

"no es justo enano" se quejó Steve porque Evan recibía menos, y Evitan le saco la lengua.

"no me tientes que estas de cumple dentro de poco" le dijo Karen, pues Evan Hyuga pronto cumpliría los dulces dieciséis y no quería los partiera con dolor en el trasero.

"quiero que tomen ese pastel se sienten y se lo coman ustedes, porque a su papá lo han hecho subir como cinco kilos con tanto mimo" dijo la Oma

La idea les gustó mucho a los chicos, pero llego Sean y se les unió y tuvieron que compartir el pequeño trozo de pastel.

Kirk sonreía desde lejos se acercó a Karen para abrazarla por la espalda para contemplar a sus niños. 

Una jauría de tigresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora