Capítulo 18 (Sarah)

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Ayudar a Iñaki era algo que me ponía en aprietos, debido a que, afortunadamente solía tenía mucho trabajo, sin embargo, en aquella llamada telefónica hubo algo en su voz que me convenció, sonaba genuina su necesidad de un favor y no pude negarme.

Tendría que trabajar algunos detalles de diseño y hacer algunas horas extra, pero, con eso y una buena organización con mis empleados, todo estaría bajo control; era una fortuna de tener un excelente equipo preparado para cualquier imprevisto.

Quedamos de vernos al día siguiente para practicar algunos postres que me pidió y así familiarizarme con el espacio, sin entorpecer a los demás. Solo faltaba un día para su evento, así que, cada minuto contaba

- ¡Qué carita!

- Es la única que tengo

- Se ve que tienes sueño

- Ayer fue un día pesado y no dormí bien

- ¿Padeces insomnio?

- Insomnio ocasional, como todos.

- Lamento ser la culpable de que te levantaras más temprano

- Esto es mejor que no tener chef repostero. Tú también luces cansada

- Trabajé hasta tarde, hay muchos pedidos, pero, está todo en orden

- Lamento darte más problemas, pero valoro mucho tu ayuda

- No te pongas cursi, mejor prepara café, lo necesito, sé un buen anfitrión.

Iñaki rió levemente y fue directo a la cafetera. Después de unos minutos el delicioso aroma del café comenzó a sentirse en el ambiente, lo que consiguió animarme más.

Sin perder tiempo, mientras estaba lista mi bebida, comencé con algunos panes que normalmente no hacía, los postres eran sencillos: cheescake, pastel lava de chocolate y algunos más sofisticados pero que me resultaban familiares.

- Parece que vas bien

- Creo que sí aprendí bien a hacerlos después de todo – respondí mientras metía la última charola de pan al horno -, solo falta que salgan bien del horno

- Saldrán bien

- Quedó rico el café – dijé después de tomar un buen trago -

- ¿Tú haciéndome un cumplido?

- No te emociones, no sucederá seguido

Terminamos de beber café, contámos algunas anécdotas graciosas de nuestro día a día en el trabajo, de cuando eramos estudiantes y por fin quedó todo listo. Estaba agotada y aún restaba un día de trabajo, al parecer Iñaki estaba igual que yo

- Lamento hacerte trabajar horas extras

- Estamos en igualdad de condiciones, tú vas a la pastelería también

- Creo que somos adictos al trabajo

- Algo hay de eso – ambos reímos - ¿Te llevo o te pido un taxi?

- No, traigo a mi poderosa Harley

- Ah sí, la Harley... ¿siempre te mueves en ella? - preguntó con notable curiosidad -

- ¡Claro!, es mi medio de transporte, no tengo auto. Soñaba con una moto y cuando pude, la compré – él sonrió -

- Fascinante

No supe si se refería a mi breve declaración, a mi moto o a otra cosa, pero decidí no indagar, solo sonreí y le dije adiós con la mano antes de enfilarme hacía mi motocicleta.

La mejor mentira de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora