Capítulo 27 (Iñaki)

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Tenía años sin tener novia. Años sin querer una novia, por mil y un razones, algunas: el trabajo, mi escaso tiempo libre, la incompatibilidad de carreras. No muchas mujeres entienden que los días que ellas tienen libres son los que más ocupados nos tienen a quienes trabajamos en un restaurante y de repente, no dan muchas ganas de lidiar con esas situaciones. Además, mi prioridad era el trabajo, desarrollarme, crecer. Siempre he querido comerme al mundo, pero, bien cocinado... por mi.

Con Sarah fue diferente, no lo pensé, solo me dejé llevar. Desde luego ayuda el hecho de que nuestros horarios laborales sean similares, pero, no dejan de ser complicados, ambos tenemos mucho trabajo. No obstante, no me interesa, solo quiero hacerlo funcionar, solo quiero disfrutar y no pensar tanto en lo que pueda pasar.

Ella me gusta. Me gusta mucho; es lo único que importa, bueno, eso y que también le gusto yo.

El hambre nos hizo retirarnos a regañadientes de aquel espacio en el lago

- Debí pensar en traer comida, así como hiciste tú – dijo mientras se ponía el casco -

- No te preocupes, así está bien, podemos llegar a algún lugar de estos rumbos

- Espero no sea muy tarde para el servicio de comida y muy temprano para el de cena

- Encontraremos algo... ¿me dejas conducir?

- ¿Mi Harley?... no has hecho tantos méritos para permitirme la locura de prestartela

Ambos reímos, sabía que no me prestaría su motocicleta por ningún motivo, pero haciéndole una broma de ese tipo era la única forma de conseguir que se relajara. Encendió la motocicleta, me subí y nos pusimos en marcha.

Pasaban de las 5 de la tarde y sabía que muchos sitios estarían cerrados por aquel rumbo, pero, seguro nos toparíamos con alguno que valiera la pena y aún estuviera en servicio.

Mientras avanzabamos por la carretera recordé que había un lugar que comenzaba a dar de qué hablar, no solo por su ubicación, sino, por su buena comida. Charlar mientras ibamos en motocicleta no era lo más apropiado, así que hice una seña a Sarah para que se detuviera

- ¿Estás bien?

- Sí. Pero, recordé que por aquí cerca hay un sitio en el que creo que encontraremos buena comida, además, he oido que es interesante

- ¿Por dónde está?

- Según escuché, a la salida del siguiente pueblo te vas a encontrar con un letrero de madera y un caminito

- Vamos

Al pasar el pueblo Sarah comenzó a conducir con más cautela, buscando el letrero del restaurante; no tardamos mucho en encontrarlo, sin embargo, nos topamos con una sorpresa, había que recorrer un camino cuesta arriba por un cerro para llegar al restaurante. Nos miramos sorprendidos, sonreímos, asentimos y sin decir una sola palabra avanzamos en motocicleta.

Por suerte el camino estaba muy bien hecho y no era mucho lo que teníamos que subir, aunque, sí lo suficiente para obsequiarnos una hermosa vista del lago y sus alrededores.

Sarah dejó la Harley en el estacionamiento de aquel sitio y avanzamos a pie por un último sendero empedrado rodeado de plantas. No podíamos creer nuestra buena suerte por que aquel restaurante estuviera abierto.

Los árboles de aquel sitio estaban decorados con faroles en forma de estrellas, el lugar se veía bastante rústico pero encantador, lleno de luces tenues, lámparas y velas perfectamente resguardadas para prevenir cualquier incidente. Cada mesa era diferente, incluso las sillas eran diferentes y al ver el horno y el grill que tenían practicamente al aire libre supe que aquello prometía bastante, además, los aromas eran sublimes, tanto que me invadieron las ganas de seguir el olor hasta la cocina e indagar acerca de las preparaciones, pero, eso no siempre era buena idea.

La mejor mentira de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora