Capítulo 19 (Iñaki)

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Fuí directo a la cama, no tenía energía para nada más. A penas había tenido algunos días libres y ya sentía que necesitaba más. Por suerte, todo había sido un éxito, los comensales habían quedado completamente satisfechos expresando felicitaciones por cada cosa que probaron y de alguna forma, yo había tenido una recompensa especial... ver a esa mujer de cabello azul trabajar era toda una aventura y resultaba agradable cuando se olvidaba de todos esos escudos que ponía para guardar distancia con las personas.

Durante toda la vida me he sentido atraído a las personas apasionadas, a aquellas que dejan al menos una parte de su alma en lo que hacen, he tenido la fortuna de conocer a mucha gente y aún así, no había conocido jamás a alguien como Sarah, ni siquiera a nadie parecido.

Me encantaba y al mismo tiempo me resultaba muy desesperante por testaruda, además solía ser molesta y se mostraba sumamente desconfiada, pero, al mismo tiempo era talentosa, apasionada, considerada y hermosa. También tenía cierto misterio que la envolvía, era auténtica, pero no se mostraba abierta con la gente, conocerla parecía ser un premio que había que ganarse con mucho esfuerzo. Era fácil querer conocer más de ella, era sencillo admirarla.

De repente, en medio de la noche, justo antes de dormir tras un día agotador, me encontraba pensando en ella, su recuerdo flotaba en la oscuridad de mi habitación y es que, de repente, había dado un mazaso a todo aquello que había visto, a todo lo que me gustaba en una mujer y no sabía en qué momento exactamente había sucedido todo aquello, pero no me resultaba molesto, más bien me maravillaba. Sarah era extraordinaria, no había duda.

Desperté aún sintiéndome cansado, pero esa sensación se quitaría con una buena ducha, también me sentía feliz. En ese momento comprendí, que estaba en un problema grave, muy grave.... porque Sarah no se iba de mi mente.

Había mucho por hacer en el restaurante, pero, después de darme un baño pude desayunar con calma. Estaba listo para otro buen día de trabajo pesado.

Todavía sentía que debía replantear mi situación laboral que percibía ligeramente estancada, pero, estaba motivado para seguir disfrutando de lo que hacía y al mismo tiempo, algunas ideas empezaban a llegar, las posibilidades iban surgiendo en mi cabeza, cierto bloqueo se estaba esfumando.

Envíe un par de mensajes para mi madre y mi abuelo, solo para saludarlos antes de salir de casa. Escribí un tercer mensaje también, pero, no lo envié, por alguna razón me acobardé hasta antes de entrar a cocina presioné el botón de "enviar" a aquel texto que decía: ¿Cuándo aceptarás mi invitación a salir?

La simple idea de haber enviado aquel mensaje me hizo sonreír, sabía que no tendría respuesta, así que, me olvidé del teléfono móvil y comencé con mi trabajo, había mucho por hacer.

Después de varias horas sentía que la cabeza me estallaba y me percaté de que había algunos mensajes en mi celular, por lo que me tomé unos minutos de descanso para revisarlos, había algunas bromas de amigos, mensajes de mi madre y uno que no me esperaba, era de Sarah, al parecer había llegado la respuesta a lo que yo le había preguntado, era breve, solo incluía un "Quizás", pero me agradó, así era ella, al menos así era esa parte que hasta ese momento me había permitido conocer. Lo mejor de todo era que, aún cuando pudo haber respondido con una rotunda negación, dejó abierta la posibilidad.

- ¿Tú sonriendo mientras miras el móvil? ¿te sientes bien?

La pregunta la había hecho Rigo, mi mejor amigo desde que llegué a aquel restaurante, era más o menos de mi edad y desde el primer día nos habíamos llevado bien, nuestro humor era muy parecido

- Perfectamente

- Has andado de muy buen humor

- Hasta yo me sorprendo de eso

La mejor mentira de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora