Retando a la paciencia

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Charlotte: No —por enésima vez se dejó caer derrotada en la mesa, riéndose. Volvió a levantar la cabeza hacia él— te dije que repasaras, no has estudiado nada. Me estás diciendo lo primero que se te viene a la cabeza.

Bram: Es que este tema es muy aburrido...

Charlotte: Ya, pero van a echarte del equipo. Tienes que estudiar, venga —señaló con el lápiz su cuaderno, indicando el enunciado— intenta ese que es más fácil.

Bram: ¿Y si estudiamos después...? —la besó en el cuello, haciendo que la sonrisa de Flair fuera evadiéndose. Trató de apartarle empujando su pecho, pero él le insistía y la acariciaba de la cintura.

Charlotte: No... venga, Bram... siempre me haces igual, concéntrate —le tocó la mejilla y lo separó lentamente de su cara, girándosela hacia los libros. Él resopló y apoyó los codos en frente del temario, leyendo con voz de robot.

Bram: El núcleo tiene varias partes, la granular, la fibrilar, la lámina nuclear, lo anterior del nucleoloZzZZzzZZZZZzzzZzzZz —fingió quedarse dormido encima del libro, y ella se rio. Miró la hora en su reloj y frunció los labios.

Charlotte: Yo esto ya me lo sé... llevamos una hora aquí y tú sigues por la misma frase —sonrió, negando. Empezó a recoger sus libros y sus lápices y Bram la miró arrugando el ceño.

Bram: ¿Te marchas, tan pronto?

Charlotte: Sí, no te lo estás tomando en serio. Así que voy a repasar en mi casa.

Bram: Vamos, quédate. No puedes venir una hora de mierda e irte a estudiar, no haces otra maldita cosa —se puso en pie junto a ella, mirándola recoger— te llamé porque mi viejo no estaba.

Charlotte: En verano podremos vernos más —se puso el bolso sobre el hombro— dentro de un rato te hablo, si quieres mañana por la tarde volvemos a mirar esto, si estás con ganas.

Bram: ¿Ganas? —se rio mirándola de arriba abajo. Volvió a agarrarla de la cintura y la pegó lentamente a él— con esa carita inocentona que tienes, ganas tengo de hacer otras cosas contigo.

Charlotte: Estás insistente, eh —se rio de él, apartándole la cara con una mano.

Bram: Espera —la sujetó de la mano, volviéndola a acercar— quédate una hora más... repasemos anatomía de una manera mejor.

Charlotte le miró algo más seria, aquellos ojos verdes podían embaucar a cualquiera. Se humedeció la boca y se quedó pensativa, a veces su mente recordaba con horror cómo fue su primera vez con él. Le juró que iba a tratarla mejor, pero ella siempre lo estaba aplazando. Además, los exámenes también la tenían con la cabeza intranquila.

Charlotte: Tengo que irme, Bram... cuando acabemos los exámenes seré toda para ti —curvó una sonrisa y él la volvió a mirar de arriba abajo.

Bram: Verano, ¿no? —se distanció serio— bien, márchate.

La chica dejó de sonreír al verle enfadado y se quedó donde estaba.

Charlotte: Oh, venga, no te enfurrusques conmigo. No puedes recriminarme por ser buena alumna.

Bram: No importa lo buena alumna que seas, he intentado perdonarte lo desastre que eres como novia. Nunca he tenido que mendigar cariño ni sexo de nadie, pero mírate a ti. Hay que pedírtelo por favor.

Charlotte: No hay que pedírmelo por favor. Te he dicho que estoy estudiando. Mi carrera está por encima de estas cosas.

Bram: Estupendo, chica fría —asintió— márchate.

Charlotte: ¿En serio? —se rio pasándole la mano por el pelo, pero su novio se apartó y abrió la puerta de su casa, tomándola rápido del brazo y conduciéndola fuera. Charlotte frunció el ceño tocándose donde la había sujetado y se quedó en el umbral de la puerta— bueno, me voy, pero no te enfades tanto. Sabes que no estudio bien.

Bram: Mira, que te den bien por el culo —se inclinó a dos milímetros de su cara, mirándola con tanto odio que la de ojos azules se sintió hundida, tragando saliva. Bram volvió a la mesa y cogió los apuntes que ella le había hecho la noche anterior, lanzándoselos al porche. El viento los desordenó todos— venga, ahí tienes. Gracias por tu atención.

Al darle el portazo Charlotte bajó la mirada rápidamente con los ojos apretados, era demasiado cría, no sabía reaccionar a esas situaciones. Estuvo a punto de llorar, pero su espíritu y la educación que había recibido la hacían sentir vergüenza. Para Ric llorar era un completo signo de debilidad y ella siempre lograba contenerse. Se agachó a recoger las hojas, guardándolas sin ordenar y bajando las escaleras del porche. Estuvo un largo rato dentro de su coche, regulando sus respiraciones y tratando de no ponerse más triste. Con las manos temblorosas arrancó el vehículo y condujo a su casa. No había nadie dentro, como casi siempre. Guardó las llaves y se encerró en su cuarto abriendo sus libros y apuntes.

Pero por supuesto, su cabeza se negaba a estudiar después de las palabras que le había dicho aquel orangután.


Día siguiente


Cuando la maestra repartió los exámenes y dejó encima del pupitre de Charlotte el suyo, apenas la vio reaccionar. Estaba en el limbo otra vez, no miraba la hoja, tenía la vista en Bram a varias sillas de distancia. Veía cómo el jugador acariciaba con su lápiz el cuello de otra muchacha y se reía con ella a la espera del examen.

Estaba muy acostumbrada a sentirse desplazada con sus parientes y en su propia casa, pero en el ámbito amoroso resultaba infinitamente más doloroso. ¿Por qué lo hacía, estaba acaso ella haciendo mal algo? ¿O era tan idiota Bram que no se daba cuenta de que esas cosas podían molestar? Quizá la idiota era ella, dando importancia a detalles tan tontos como un lápiz. Pero aunque conociera la respuesta a todas las preguntas, su sentimiento de angustia era invariable. La maestra dejaba pasar el tiempo y se concentró en su alumna, la rubia más joven del aula miraba el examen leyéndolo una y otra vez, rompiéndose la cabeza por buscar en su memoria las respuestas, pero era incapaz de concentrarse. En un momento dado la vio suspirar y hundir la cara entre las palmas, derrotada, quedándose así por varios segundos. Con toda la vergüenza del mundo se levantó con su papel, escuetamente escrito, y lo posicionó en la mesa de la profesora.

Charlotte: Lo siento —murmuró bajito, apresurándose a recoger su estuche, tenía los ojos rojos. Otra calificación desastrosa, le dolía mucho ser consciente de cómo decaía su boletín de notas. Miró a Bram de nuevo y vio cómo la otra chica le dejaba copiar a escondidas.

La mujer miraba esa relación y el comportamiento sin escudo de Charlotte, aún era una niña, podía salir muy malherida psicológicamente de todo aquello. Y le preocupaba.

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