Capítulo 5.

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Había pasado un mes desde aquel altercado con mi jefa acosadora. ¿Cómo sobreviví? No tengo la menor idea. Lauren se había vuelto un persona a la que aprendí a conocer y soportar, unos días llegaba de mal humor y no quería saber de mi, otros días azotaba su puerta después de cada intento fallido de acostarse conmigo y otros días, simplemente era una jefa.

Esa mañana me encontraba en la oficina de Lauren, ya era mito para mi llegar tarde y si sucedía, implicaba darle razones de más a Lauren. Acomode cada carpeta sobre su escritorio, dejé un par de notas sobre el vidrio y reí, parecía una niña pequeña.

Miré aquella silla de cuero detrás del escritorio y me tomé la molestia de sentarme. Vaya, decir cómodo era poco, me giré y quedé con una maravillosa vista de una ciudad en la que el invierno llegaba a cada casa y la nieve caía sin permiso alguno haciendo la primera capa de hielo.

Suspire cuando noté a lo lejos un parque que ahora era inundado por copos de nieve mientras las últimas hojas del otoño terminaban de caer. Central Park era de lo más hermoso en esta época del año, cuando crees que ya lo viste todo, miras el Empire State y sabes que no.

Alguien se aclaró la garganta a mis espaldas y yo me giré en la silla. Mis ojos se abrieron como platos al notar a una Lauren parada en el marco de la puerta y de brazos cruzados, que miraba curiosa. —Señorita Jauregui.

Me levanté de pronto y dejé la silla en su lugar anterior mientras ella observaba cada uno de mis movimientos. —Me encantará preguntar, Camila.

—Y-Yo... Estaba viendo la ciudad. Me pareció cómodo su asiento y... —Tartamudeé, lo que me hacía molestar más. Quedé cabizbaja al lado de su escritorio hasta que ella caminó quedando frente a mi.

—Te ves muy bien ésta mañana. —Me hizo mirarla y yo le di una leve sonrisa asintiendo. ¿Bien? Bien se veía ella hoy, vestida completamente de blanco, con una falda que sabía como resaltar su muy curvado trasero, y si, me había tomado el tiempo de mirarlo descaradamente después de uno de sus intentos fallidos de llevarme a la cama.

—Gracias, usted igual señorita. —Dije y noté cómo sus ojos se aclararon, cambio que me pareció hipnotizador. Una sonrisa traviesa apareció en sus labios cuando comenzó a retroceder hasta dejarme presionada entre su escritorio y ella.

—Camila, Camila, Camila... —Me miró y dejó sus brazos apoyados a cada lado del escritorio. —Te dije que no me gustaban las formalidades. No puede ser tan difícil llamarme sólo Lauren. Sin señorita, sin jefa.

—Bueno, sólo Lauren, sin señorita y sin jefa. —Dije y ambas reímos. —Tengo que ir a trabajar, Lauren.

—Eres mi secretaria, de yo quererlo, tú no trabajarías hoy. —Respondió y acercó sus labios con lentitud al lóbulo de mi oreja, dándole un leve tirón. —Pero hay trabajo que hacer. —Y como si se arrepintiera, dejó un beso en mi mejilla y se sentó en aquella cómoda silla. La miré con el ceño fruncido y salí.

Mi escritorio estaba lleno de rosas y por un segundo creí que había sido Lauren, hasta que leí la tarjeta y solté una risita por el dueño. —¡Buh! —Susurró Harry detrás de mi haciéndome sobresaltarme.

—¡Idiota! —Golpeé su brazo y luego lo abracé. —¿Qué haces aquí? —Pregunté sentándome junto a él detrás de mi escritorio, lo menos que quería era llamar la atención de Lauren.

—Vine a visitar a mi mejor amiga, ¿acaso no puedo? —Besó sonoramente mi mejilla y yo hice una mueca de asco. —Que amargada. —Se acercó a mi y comenzó a hacerme leves cosquillas que me iban a volver loca, me contuve de gritar de la risa pero ya era muy tarde, lloraba de la risa por su culpa. —¿Quién es el mejor?

BOSS | Camren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora