Capítulo IV

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 Una copa de vino y un cigarrillo

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 Capítulo IV

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Mai Sato, ese era su nombre, o al menos el que había escogido para esa etapa de su vida. Ella era una chica hábil, astuta y eficiente en su trabajo, por lo que llamó la atención de un sujeto llamado Pilaf. Gracias al apoyo que este le brindaba, Mai consiguió completar algunos atracos de menor peso, los cuales sirvieron de entrenamiento para trabajos más complicados. Aunque le llevó tiempo completarlos, al final todos se hicieron con eficacia. Su objetivo actual era su "prometido" Trunks Briefs.

Eran las tres de la madrugada y aún estaba sentada en el sillón, pensando en la llamada que le hizo al chico de cabello lila, sosteniendo la cajita que encontró en el clóset del joven mientras buscaba unos documentos importantes. La arrojó sobre la alfombra y estuvo tentada a pisotearla, pero se contuvo. Esa maldita...

Son Pan.

Conocía demasiado a Trunks. La manera en que la miraba, en que pronunciaba su nombre y la defendió en aquella ocasión le habían llevado a sospechar, y ahora que tenía la sortija en su poder, supo que era mucho más que una atracción lo que su prometido sentía por esa niña.

—¡Carajo! —Azotó el cenicero que estaba sobre la mesita a un lado del sillón en la pared—. Esa maldita estúpida estropeará todo mi trabajo, y el amo Pilaf ya no confiará en mí —susurró con rencor.

Se levantó del sillón y se inclinó para recoger la cajita negra. La abrió y volvió a examinar la joya, mas ahora la comparó con el hermoso -y costoso- anillo de diamantes que Trunks le dio cuando le propuso matrimonio; a simple vista no había otra diferencia que el costo entre ambas joyas. Pero los sentimientos que embargaban el corazón del joven Briefs al comprarlas era también distinto: la sortija para Pan fue comprada por amor, y la suya... solo por presión de su madre, y nada más.

—¿Por qué? —murmuró apretando la mandíbula—. ¿Cuál es la razón de su amor? Ella no lo sabe —quedó pensativa unos instantes—. Oh, tengo una excelente idea: ¡se lo diré! —eliminó la idea rápidamente—. No, eso sería patético  —se levantó y guardó la cajita en un cajón—. Debo pensar en algo mejor —recargó la espalda en una pared y echó la cabeza hacia atrás.

El ligero camisón que llevaba cubría la fina lencería negra de encaje. Su melena, oscura y lacia, caía suavemente sobre sus hombros y le daba un cosquilleo cuando su cabello rozaba su cuello. Empezó a golpear suavemente la pared con los puños cerrados, pero no cambió de posición.

" ¡Uy! Maldita niña de vida perfecta" maldijo mentalmente pues si gritaba, corría el riesgo de que alguien se alarmara y le hablara a la policía, y ella no soportaba a los policías. "Todos tienen secretos, nadie es perfecto pero parece que Pan es distinta... "

Mai había investigado a fondo a todas aquellas personas que rodeaban a Trunks, y la joven Son no había sido la excepción pero nada le servía. Miró su sortija de compromiso y la palabra clave surgió de inmediato: matrimonio.

La vida de la señorita Son Pan no era tan perfecta del todo.

La habían dejado plantada en el altar y según lo que sabía, eso le afecto tanto que no salió de la cama en semanas. ¿Cuál era el punto? Que si había sufrido como lo había hecho, ese hombre debió ser muy especial.

En ocasiones, se sorprendía por lo malvada que podría ser.

Lo único que tenía que hacer era contactar a ese tipo, ofrecerle una buena paga para que re-enamorara a Pan y así la alejaría definitiva de Trunks, porque el hecho que fuera la asistente personal del chico le implicaba serias complicaciones a su plan.

Una copa de vino y un cigarrillo [Trunks/Pan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora