2. Tantos celos.

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(Idea del mural en la mansion black

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(Idea del mural en la mansion black.)

- Glaciem, Ignis. Podrían avisarle a Harry que estoy aquí. - Sonrió un poco intimidada, aunque las criaturas fueran tan solo un mural, este era el más realista que había visto en su vida, como si al tocar la pared pudieras acariciar las heladas o cálidas escamas de ambos, dependiendo de cuál fuese. Después de lo dicho, Glaciem, que quería decir hielo en latín y era el nombre del místico animal, cerró los ojos quedándose estático por unos minutos, como si perdiera vida por esos momentos para ir a donde sea que se encontrara su señor.


Harry Potter estaba comiendo bocadillos, bromeando con ese par, que juntos eran completamente diferentes a separados, cuando un escalofrió le recorrió la espalda y ambos se callaron. Harry era incapaz de sentir frio, es decir, que él se estremeciera era señal de que algo sucedía con alguien que seguramente conocían en algún lugar.

- Glaciem me ha dicho que Hermione ha llegado a la mansión, me ha mandado a buscar...aunque aún no entiende del todo que es el mural, cuál es su significado o como funciona. Ignis se ha quedado vigilándola. Debería irme. - Anuncio preocupado de repente. No por tener que irse de golpe, sabía bien que ambos podrían entender, sino porque su amiga jamás le buscaba. Se veían cada tarde, incluso los domingos, cuando cenaban con los Weasley como dignas parejas de sus hijos. Obviamente no existía ningún motivo común por el cual lo buscaría, algo estaba sucediendo, y conociendo lo leal que le era su hermana de vida, aun sin conocerle del todo, supo que era un problema para él.

- ¿Esa sangre sucia otra vez? Comienzo a sentirme celoso ¿sabes? Pareciera que es tu mejor amiga, que me quita el lugar. - Dijo el rubio rodando los ojos para lo que Harry rio levantándose. Estaba a gusto donde estaba, sin dudas pero llevaba hora y media hay, debía averiguar qué sucedía con la Granger y después irse a la universidad.

- Es mi hermana. ¿Lo olvidas? Idiota. - El rubio gruño ante eso y él se acerco a abrazarlos. - Te veré después futuro Malfoy. -Guiño- Draco, puntual en la universidad. Sabes que me vuelvo loco si no te tengo cerca. - Bromeo y cuando estaba a punto de desaparecer el joven rubio lo detuvo.

- Mándale una nota que diga que vaya con mi padrino. Así le avisamos de la cena antes de irnos a la escuela y tu puedes resolver el "misterioso" asunto. - Le ordeno y Harry no tuvo que pensarlo mucho. Hacía cinco días que no veía a Snape, era más del promedio de 1 día y medio que acostumbraba tener. Observo con atención, como en plan de ser buen anfitrión el dueño de la casa le tendía un trozo de pergamino perfectamente cortado y con una pluma muggle que tenía en el bolsillo escribió un corto mensaje en su floja caligrafía.



"Te veo en la casa de Snape. Estaré ahí así que tendrás acceso sin problemas...por hoy. No tardes y por favor llévame un abrigo, según Malfoy junior hace o hará frio.
Harry"


Al estar convencido de que la nota lucia bien la puso en su palma y pronto una ventisca pequeña de copos de nieve la cubrió sin problemas, hasta que los copos se convirtieron en hielo y la nota estaño en pedazos polvorizados y helados, señal de que el papel ya se había ido.

Apareciendo del otro lado de una manera poco familiar, al momento que el dragón de tono azulado y blanco, como un cristal, abría los ojos semi blancos, entre azules y claros como un cristal con pupila roja y rasgada. Su cola se sacudió con violencia, haciéndole creer que podría salirse de allí, pero en su lugar un papel húmedo y con algunas puntas congeladas apareció, flotando con velocidad hacia ella.

El Potter y el Malfoy se tomaron al menos 10 minutos para despedirse de verdad y otros 5 para salir, sin mucho entusiasmo y haciendo hipótesis sobre lo que agobiaba a la chica.

- ¿¡A que debo tu asombrosa visita!? Potter - Pregunto el posionista al escuchar el chasquido de la aparición. El único capaz de hacer aquello sin tener un poco de respeto por su privacidad era el joven salvador pero se había ausentado por días y eso le hacía sentir molesto. Harry sabía perfectamente que el preparaba merienda para ambos y no había tenido la decencia de avisarle que faltaría. Dejándole técnicamente plantado en más de una ocasión.

- Al menos gírate a saludar, Snape. - Escucho la gracia en su voz y molesto, aun con el libro en su mano se giró, encontrándose con Harry Potter en todo su perfecto esplendor. Pero a su lado estaba su ahijado, Draco Malfoy. El que se suponía era su enemigo...aunque estaba consciente de que no se llevaban tan mal.

- Draco. - Tartamudeo levantándose y el rubio sonrió engreído, con ese porte característico. Volviendo al papel que nadie más creía era tan solo eso, una máscara.

- Tanta elocuencia - Tarareo Harry regresando una de las frases favoritas de Severus, dirigidas a él en sus años de Hogwarts, con una gran sonrisa. Le divertía las reacciones del maestro de pociones ahora que podía verlas sin ser el blanco de su furia.

- Padrino. Sé que te sorprende mi presencia. Más aun estando al lado del idiota de Potter, quien al parecer no sabe cerrar la maldita boca...pero he venido a hacerte una propuesta. - Sonrió y pronto fue guiado a la sala de estar, donde se sentó por invitación del posionista.

- Si...eres tan atento Snape que podría confundirte con el siempre educado Malfoy. - Mascullo el Potter con una ceja alzada y el rubio le jalo para que se sentara a su lado con su rostro en una mueca aburrida digna de un niño, provocando la gracia del ojiverde y la confusión del ojinegro, obviamente se estaba perdiendo una parte de la relación de esos dos. Draco y Harry parecían en armonía, juntos. En realidad era muy raro el verlos juntos, fuera de la casa de alguno, debido a sus negocios, pero viéndolos en ese momento, relajados, bromeando un poco, aun con el porte tan diferente que tenía cada uno... lucían armónicos, en paz con el otro.

- ¿Qué ha pasado con ustedes? - Pregunto sin darse cuenta y ambos se miraron. Igual el mundo debía enterarse de que eran amigos...aunque fingieran pelear a veces para evitar habladurías, después de todo Harry seria el padrino principal en el enlace matrimonial y en la boda por el civil sería el encargado de algunas tareas, hechas solo para los mejores amigos del novio o en este caso, los novios.

- Potter y yo... encontramos algo por lo cual hacer tregua. Basta con decir que ambos somos amigos ahora. - Resalto Malfoy serio y Harry sonrió brillantemente, siendo falsa, detecto el rubio, pero no por eso menos encantadora.

- Bien. Podre superar eso con el tiempo. Pero que los trae a mi casa, antes de sus clases, ¿a confesarme su amistad? Lo dudo mucho. - Pregunto sin querer irse por las ramas, bastante hábil al notar la ligera tensión en los hombros de su rubio ahijado.

- Me caso, padrino. - Afirmo y Harry sonrió torcidamente, asustando un poco al posionista, a quien por la cabeza se le paso que podría ser con Harry...porque si no estarían hay ambos, visiblemente amigables, sentados cómodamente en el mismo sillón, sin importar que una de las piernas de Harry que estaba semi echado estuviera sobre las de Draco.

- ¡Conmigo no! Mi estómago definitivamente no es tan fuerte. - Se burló Harry alzando las manos en defensa, conociendo el modo en que los engranes de Severus se movían en su cabeza y el pelinegro se noto visiblemente más relajado.

- Es un chico de 19 años, sangre pura. Slytherin sin duda, aunque no estudio en Hogwarts. El punto es que se lo presentare a mi padre hoy...- Comenzó a explicarse, pero la puerta fue golpeada con suavidad y Harry ignorando la cara de extrañez en Snape, la abrió con magia, dándole paso a su mejor amiga.

- Potter, acaso ¿se te olvida que esta no es tu maldita casa? - Inquirió con el ceño fruncido y los ojos echando chispas pero Harry a diferencia de antes tan solo se encogió de hombros, como si nada hubiera sucedido, para gracias, de los ahora tres, presentes.

- Pasa Hermi. Ignora la amargura del ambiente. - Guiño con dulzura, llamándole para que se sentara y ella así lo hizo, bastante intimidada por la presencia del Malfoy, quien siempre la atacaba verbalmente.

- Si no le molesta señorita Granger, explique de una vez que hace en mi casa. - Pidió Severus y ella por primera vez centro su mirada en él, congelándose enseguida.

La Era del DragonWhere stories live. Discover now