7. Amores y rencores.

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- Harry ¿Podrías encargarte de la cristalería y las esculturas? Serias perfecto para ello, tienes buen gusto. - Pidió Draco con una amable sonrisa, misma que muy pocas veces podía apreciarse en público, guardando en ella un aire de disculpa, estaba perfectamente consciente de que la había cagado de la peor forma, el hielo permanente en la mirada de su amigo se lo afirmaban, él Potter en cambio, se limitó a posar sus ojos verdes en él, con extrema frialdad. Seguía furioso por lo pasado hacia 3 semanas.

- Tommy, podrías aclararle a tu prometido que la única razón por la que estoy aquí parado es porque tú me rogaste que te ayudara con los detalles y me amenazaste a muerte si se me ocurría faltar y no porque él y su "linda" cara de traidor me convencieran. - Pregunto el joven despegando la vista y dándole la espalda, que el Malfoy respondiera lo que le viniera en gana mientras él no lo veía.

No deseaba que el oji plata detectara el dolor de la traición en sus ojos. No tenía el derecho de mirarlo fuera de sus máscaras.

- Tom podrías decirle a Potter que se deje de juegos, esto es importante. - Agrego el rubio algo molesto y Harry apretó los puños. Él no tenía ningún motivo ni pretexto para atacarle, además se comportaba como le salía, Draco y él, muy pocas veces habían peleado después de hacer las paces en el bosque prohibido de Hogwarts, el mismo día que se encontraron por primera vez con Tom.

- Basta, actúan como niños. - Reclamo el apuesto joven de ojos turquesa, poniéndose las manos en la cadera, como madre regañona, haciendo que ambos guardaran silencio por unos segundos.

- Yo solo quiero que todo termine. - Suspiro el ojiverde afectado de verdad y se marchó a hacer que las figuras de cristal y hielo quedaran perfectas para la fiesta o eso imagino el Malfoy. Su amigo parecía cansado y se preguntó si se debía a las pesadillas que recurrían a él cada vez que algo salía mal en su vida "privada".

- La has cagado a lo grande Draco, y más te vale que lo arregles antes de mi boda o te juro que no te casaras conmigo sino con lord Voldemort. Harry no se merecía esto y por mucho que te amé yo puedo ver eso con excesiva claridad. - Mascullo viendo con intensidad los ojos platas de su pareja, aquel, que con ayuda del Potter, le salvo de las tinieblas a la que su magia oscura le había remitido.

Se dio la vuelta, dejándole solo y caminando hacia el vestíbulo, donde aparecería cualquier invitado a la hora designada. Encontrándose con que Harry estaba ahí, discutiendo con un, aun furioso, Severus.

- Creí que habías ido al salón, o al jardín. - Susurro el Gaunt observando el encogimiento de hombros del chico quien elegantemente, con un ademan apenas notorio, le hacía callarse un segundo, con la gentileza debida implicada en la solicitud pues al parecer se había cansado de aquella absurda situación.

Así que simplemente se dedicó a comenzar el trabajo, dándoles cierto espacio y tiempo a ambos testarudos hombres.

- ¡Vamos Snape! ¿Hasta cuándo estarás sin hablarme? Se supone que eres mi acompañante esta noche y aun así pareciera que prefieres besar a la rata asquerosa de Peter Pettigrew convertido en inferí antes de siquiera darme los buenos días. ¡Han pasado semanas desde que me miraste a los ojos siquiera! ¿Tienes idea de lo mal que me sienta? Ya ni siquiera puedo usar el color verde sin verme demacrado ¡cuando antes era mi color! - Reclamo el joven con gesto cansado pero sin perder del todo su jocoso humor. La boda de Draco al fin se llevaría a cabo y después de él estallido de su amigo, diciendo cosas que aún no tenía que decir, le seguía pasando factura a él. Si tan solo el teñido oxigenado de su hermano de vida se hubiera mantenido callado. Maldijo una vez más en su mente.

La Era del DragonWhere stories live. Discover now