Axl llevaba alrededor de media hora esperándola y ella no aparecía, y no es que lo hubiese dejado plantado, sino que él había llegado con casi una hora de anticipación al restaurante. Y que Axl hubiera hecho algo así era difícil de creer, incluso para él mismo.
Después de unos minutos de seguir esperando, ella apareció; la vio entrando al restaurante y acercándose a la mesa que había reservado. Se paró para alejar su silla y ayudarle a que se sentara. Realmente esa mujer le hacía actuar extraño, sentía la necesidad de portarse diferente con ella y no sabía por qué. En parte pensaba que si se comportaba como siempre con ella, de seguro le diría a Duff, y éste probablemente le daría una paliza; pero había algo más allá que lo llevaba a comportarse así, algo que no sabía explicar.
—Tu rostro se me hace algo conocido —el cantante rompió el hielo —, ¿nos conocíamos ya?
—Lo dudo. Si te conociera, te recordaría —dijo ella poniéndose algo nerviosa.
Después de ordenar la cena, el ambiente comenzó a ser más relajado, Isabell perdía cada vez más los nervios y comenzaron una plática muy amena, la cual no se vio interrumpida por la llegada de los alimentos.
Para cuando terminaron de cenar, todo era muy cómodo, o al menos para el ojiverde lo era; parecía como si fueran amigos desde la infancia, era una conexión extraña pero mágica, tal vez era muy rápido como para decirlo, pero era una conexión que hasta ahora, Axl sólo había sentido con Izzy.
Con esos pensamientos acerca de Izzy, Rose recordó el consejo que le había dado, y pensó que debía aplicarlo para conquistarla.
—Isabell, ponte estos lentes, por favor —dijo, extendiéndole las gafas solares que sacó de su bolsillo.
La reacción de la contraria era de sorpresa, de seguro el truco serviría.
—¡Oh, gracias! Que bueno que me los diste porque el brillo del reloj del tipo guapo de allá me estaba matando —dijo con alegría.
¿Estaba bromeando?
—Pero, ¿no me vas a preguntar por qué te los di? —comentó esperanzado.
—No, ya te dije que los necesitaba —dijo con una sonrisa que denotaba que sabía del truco.
—Como sea.
Justo después de eso, la pelinegra sintió que ya había sido suficiente, así que se excusó diciendo que tenía que irse, ya que se estaba quedando en la casa de una amiga y no podía llegar tarde.
Axl se despidió de ella con un beso en la mejilla en el que pudo notar el aroma de su perfume. Debajo de ese atuendo, Izz moría de la vergüenza por ese gesto, vergüenza que se había hecho notar con un sonrojo.
De alguna forma eso le hizo pensar al pelirrojo que las cosas no salieron tan mal, aunque luego se dio cuenta de que ella se había llevado los lentes que le había dado. Eran sus lentes de sol preferidos, y todo para que la chica no cayera en el pequeño truco de conquista.
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Para conquistar a una mujer
FanfictionPorque cuando te enamoras realmente, lo haces de algo más que de una cara bonita.