10.- La última cena.

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Luego de unos instantes, Rose llegó a la casa para informarle al rubio acerca del lugar que había elegido para cenar con Isabell la noche siguiente. De inmediato, el chico de raíces oscuras y puntas rubias, corrió a su recámara a hacer la supuesta llamada a su querida "primita".

[...]

Por fin había llegado la noche tan ansiada por el vocalista, y la misma rutina se repitió: Axl salió con bastante tiempo de sobra hacia su destino, Duff ayudó al de cabellos azabaches con su transformación, distrajeron a los dos restantes de la banda, y lograron que, una vez más, Isa saliera de la casa sin ser descubierta.

La "fémina" caminó hasta el restaurante donde el pelirrojo y ella habían acordado verse; y por supuesto que no fue una sorpresa que Axl ya se encontrara dentro del establecimiento, aguardando a su llegada.

Cenaron con una calma impresionante, esta vez casi no cruzaron palabras, aunque miradas sí.

Todo el intercambio de diálogo surgió después, cuando, al acabar la cena decidieron caminar un rato por las calles de la gran ciudad. Hasta que llegaron a un recóndito parque lleno de árboles, banquitas, y uno que otro bicho que volaba alrededor de las lámparas que iluminaban el lugar.

—Yo, tengo algo para ti— habló Isabell, sacando de entre sus ropas, la foto que había prometido y extendiéndosela a Axl.

—¡Gracias, nena!— dijo el cantante, sorprendido por tal gesto.

Se encontraban sentados en una de las muchas bancas, justo debajo de un frondoso árbol que hacía que la luz del alumbrado público no les diera de lleno.

—Isa, ¿qué es eso junto a tu ojo?— cuestionó Rose.

—Pero si no tengo nada— respondió la chica mientras se observaba en un pequeño espejo que llevaba consigo.

—Si, está justo aquí— el ilusionado pelirrojo posó su mano en la mejilla de su acompañante, pasando su pulgar suavemente por la piel que se encontraba entre el pómulo y el párpado inferior de la dama, a la vez que se iba acercando a ella.

—Axl, créeme, hay otras maneras de robarme un beso o de conquistarme.

—¿Huh?, ¿a qué te refieres?.

—Se nota a millas que intentas utilizar trucos baratos para seducirme, o para robarme un beso, justo como ahora.

—¿Lo sabías desde el principio?.

—Eres muy obvio, pelos de mazorca— ante este comentario, Rose tan sólo se limitó a soltar un pequeño bufido —. Axl, a una mujer no se le conquista con trucos y tácticas, se le conquista con actitudes.

—¿Entonces, fracasé?— preguntó el chico con un tono de derrota.

—No, para nada. A lo que me refiero es que, sin darte cuenta, tomaste acciones muy lindas conmigo, como el ser puntual o el ser caballeroso,— al oír esto, una sonrisa bobalicona se comenzó a presentar en el rostro del joven de cabellos rojizos —los trucos no sirven de mucho.

—Entonces, ¿el pelos teñidos no me va a madrear?.

—Cierto, ¡el pelos teñidos!— exclamó Isa con preocupación.

—¿Si me va a madrear?.

—No.

—¿Entonces?...

—Es que, mi avión sale mañana temprano— cuando la chica pronunció esas palabras, Axl sintió como sus ilusiones se perdían poco a poco.

—B-bueno, entonces, eso significa que no te volveré a ver, ¿cierto?— Rose trataba de evitar que se le notara esa gran tristeza que sentía.

—Perdóname– fue lo único que dijo la de cabellos azabaches antes de dirigirse a la pequeña cabina de teléfono ubicada en la esquina del parque para pedirle a su primo que pasara por ella.

Al igual que la ocasión pasada, Axl acompañó a la chica con la que tanto se había ilusionado mientras el bajista de su banda llegaba. Durante todo ese tiempo, ambos jóvenes hablaron de cosas banales, e incluso Izz sí recurrió al consejo de Duff de contar chistes malos para romper el hielo (cosa que  fue muy difícil, pues la seriedad de la "dama", sumado a la tristeza de Axl, complicaron más ese tema de los chistes).

Luego de unos minutos de pláticas insustanciales, el chico de cabellos color flan llegó a recoger a su prima. Isabell se despidió de Axl dándole un beso en la mejilla y diciéndole que recordara sus consejos para el futuro, aunque no le prohibió que usara sus truquitos baratos.

El pelirrojo observaba en la distancia el auto que se llevaba a su amada, sintiendo cómo la tristeza se mudaba lentamente a sus ojos.

Para conquistar a una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora