Capítulo IX.

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Apurada corrí por la recepción que conectaba con los ascensores para subir al piso donde está la consulta de Dean. Se me había hecho tardísimo por haber ido a la escuela de Anna con Clarissa e Isaiah ya que mi sobrina debía hacer la obra de La Bella y la Bestia.

Cuando la obra finalizó nos quedamos elogiando a Anna seguido de hacerle una sesión de fotos personal.

Si no fuera por Isaiah quien me dijo que debía venir, no me hubiera acordado. Salí volando de la escuela y tomé un taxi, el cual se demoró demasiado en llegar y me dejó unas cuadras mas lejos, las cuales tuve que correr a la velocidad de la luz. Estoy segura que eso se debía a la Ley de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal.

Cuando el sonido del ascensor indicó que ya había llegado, ni siquiera esperé que abriera las puertas por completo, me colé por la pequeña abertura y eché a correr nuevamente, pasando por completo a Alexia, a quien vi de reojo.

Mis tacones repicaban contra el suelo y odié haber decidido ponerme estos, para complementar el look de mi ''nuevo yo'' que había nacido y estrenado ayer. Sobre todo porque eran nuevos y por el poco uso sentía como me estaban rompiendo mis pobres pies.

Cuando al fin llegué, con mucha pena golpeé sutilmente el vidrio de la puerta y miré mi reloj de muñeca. Llegué 45 minutos tarde, seguramente ya no iba a atenderme, en su lugar tampoco lo haría. Escuché un "adelante" desde el otro lado y con mucha más pena que antes, abrí la puerta y entré.

— Señorita Florit, creí que sabía que la hora de la cita era a las 10:00 y no a las casi 11:00 de la mañana— Habló sin despegar sus ojos de las hojas. Su voz no sonaba extremadamente enojada, pero se notaba que si estaba enfadado. Seguro odia la impuntualidad.

Me sorprendió que supiera que era yo quien entró sin la necesidad de levantar la mirada. Aunque pensándolo bien, puede que Alexia le haya informado de mi presencia.

— Realmente lo siento, la verdad es que no recordé que hoy tenía mi cita, estuve ocupada con mi sobrina— Me excusé avergonzada.

Dean en un suspiro dejó de mirar sus hojas y elevó la vista a mi dirección. Vi como sus cejas subieron y su boca formó una "o" pequeña mientras me escaneaba de pies a cabeza sin pena alguna. Y me gustó haber visto aquel brillo en su mirada, me sentí linda a los ojos de alguien como nunca antes lo había sentido.

Sus iris azules electrizantes volvieron a los míos y ahí se quedaron. Por un segundo sentí una ebullición en mi pecho que solo pude entenderlo como nervios y ansias porque me dijera algo sobre mi nuevo look.

Pero no lo hizo. En vez de eso, solo carraspeó y masajeó su cuello con las dos manos.

— Está bien, primera y última vez, señorita Florit. Odio la irresponsabilidad. ¿Está claro?

Asentí con una disconformidad calando mis huesos. Hizo un gesto con sus labios indicando la silla frente a su escritorio y entendí el mensaje, me senté.

— Como podrá ver a su derecha hay un caballete con algunas paletas y pinceles para usted— Apuntó con el dedo índice.

Miré a mi derecha, y en efecto, aquel objeto tan conocido para mí se encontraba ubicado al frente de los inmensos ventanales.

— Pero hoy quiero continuar con lo que quedamos en la última sesión. Siento que todavía no he conocido todo de usted, señorita Sahar.

Asentí con la cabeza, totalmente de acuerdo. Él todavía no conocía todo de mí, menos ahora.

— De acuerdo a lo que me dijo usted la última vez, no sabía en que se inspiraba ¿correcto?— Asentí— Pero al ver nuevamente su dibujo, me dejó una sensación de angustia, como si usted quisiera escapar de algo, como si se encontrara en un lugar cerrado, buscando la salida.

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