Capítulo VII.

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Habían pasado dos días desde que nos habíamos arreglado con Clarissa y ella prácticamente ahora vive en mi casa junto a Anna, Isaiah y Avery, quien le resultó muy agradable a mi hermana y a Anna. Después de la charla que habíamos tenido y que accediera a ir al loquero, ella a hecho todo lo que está en sus manos para llevarme allí y hoy mismo conocería a quien me ayudará a tratar mi ''caso''. Ahora me encontraba llamando a mis padres porque los extrañaba mucho y porque ahora tenía suficiente para llamar a larga distancia.

— Hola, mamá— Saludé una vez que atendió.

Hola, vida mía. No digas nada, presiento que pasó algo, dime que sucedió.

No sé si es aquella intuición materna que le nace a toda madre junto a su bebé o mamá es bruja, pero siempre ha sabido cuando nos ha sucedido algo a mí o a Clarissa. Cuando pequeñas creíamos que su pecera donde no había nada más que piedritas de colores era su bola de cristal donde veía todo lo que nos pasaba. Es una locura, ella aunque esté en Italia y nosotras en Manhattan, siempre lo sabe todo.

— No, mamá, solo llamaba para saludar y preguntar que tal todo por allá.

Y como buena hija que adora a su madre y reza por su bienestar, debe mentir para que no se preocupe, aunque igual lo haga.

Digamos que te creo, cielo. Y pues lo mismo de siempre, reina mía, cosechando en el huerto, el vecchio* de tu padre aun no habla inglés y con el mismo mal di schiena*debido a su vecchiaia*. Y Amadea con nuevos gatitos— Oí un refunfuño de mi padre seguido de la risa de mamá y la mía. (*Viejo *Dolor de espalda *Vejez*)

Con mamá hablamos en inglés, todo a petición de ella, ya que está empeñada en hablarlo fluido para cuando vengan a visitarnos; depender solo de ella y no tener que preguntarle indicaciones a nadie. Mamá es bastante independiente y le gusta valerse por sí misma.

— Mamá, pon el altavoz para saludar a papá.

Oí unos sonidos de uñas chocando con la pantalla del móvil y luego un "ya" de mamá avisándome que estaba en altavoz.

— Ciao, papa! (Hola, papá)

Ciao, mia bella ragazza!(Hola, mi niña hermosa) Mi padre tiene un ligero problema al hablar por móvil, él cree que como estoy lejos no lo escucho bien y tiende a gritar de mas, obligándome a que aleje el móvil de mi oído antes de quedar sorda.

— Come stai, papa? (¿Cómo estás, papá?)

Tutto bene, principessa, non credo che questo vecchio pazzo, la mia schiena e io sono in perfette condizioni(Todo bien, princesa, no le creas a esta vieja loca, mi espalda y yo estamos en perfecto estado) Oí perfectamente como mamá le dio un golpe en algún lugar del cuerpo de papá y éste rió— Come stai tu, tua sorella e della ragazza? È molto strano. (¿Cómo están tú, tu hermana y la niña? Las extraño mucho)

— Siamo molto bene. (Estamos muy bien)

¿Dónde te llevas el móvil, Donato? Ven acá, yo también quiero hablar con mi hija. Puse el altavoz para que hablemos los dos y tú lo acaparas todo.

Io non parlo inglese, Rosetta— (Yo no hablo inglés, Rosetta) Se quejó papá como un niño pequeño. No sabía cuanto extrañaba las peleas de niños de mis padres hasta que las oía.

Su amor era algo que siempre anhelaba tener, por ellos fue que me induje y especialicé en las fotografías de bodas o cosas románticas. Toda mi niñez la pasé en un hogar repleto de amor, cariño, respeto, que mis expectativas son bastante altas con respecto a las parejas. Y pensándolo bien, no entendía como es que me pude llegar a enamorar de Mason si él es todo lo contrario a lo que esperaba y quería. Pero como dicen por ahí uno no elige de quien enamorarse, solo sucede, es algo que no puede ser controlado. Por desgracia.

La reserva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora