Capítulo X

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- ¿Quién es Rachel, Nicholas?

Sabía quien era. Sabía que ella era con la que mi novio hablaba cada noche, como solía hacer conmigo, sabía que ella era su nuevo interés amoroso. Podría decir que el que mas le ha llamado la atención de tantos que a tenido. No podía culparlo era muy bella, ojos verdes, cabello castaño corto, risado. Una cara de muñeca, Dios.

 Lo vi mirarme, un poco asustado pero luego cambió su semblante rápidamente por uno confiado alzando la barbilla. Coraza que siempre se ponía cuando me mentía a la cara.

- ¿Qué haces revisando mi móvil otra vez, Sahar?- Dijo rápidamente.

Lo había hecho, él sabía que lo había hecho, él sabía que sabía todo pero aún así me sigue mintiendo. Lo vi caminar hasta mi, furioso, temblé.

- ¿No te he dicho que no me gusta que andes de loca irrumpiendo en mi privacidad?- Parpadeé, siempre me decía lo mismo- Por tu culpa es que nunca podemos estar bien, siempre tienes que andar insinuando que te soy infiel, ya estoy harto de esta situación. Estoy harto de ti.

Vi como pateó agresivamente el mueble, al compas del estruendo sobresalté del miedo. Vi sus ojos, estaba exaltado, ido, perdido. De nuevo estaba pasando. Siempre que encontraba algo con respecto a sus tantas infidelidades o discutíamos por una de sus mentiras, él se enfurecía y comenzaba a herirse o golpear cosas.

Lo vi coger su chaqueta y un sentimiento de agobio y abandono me invadió, no quería que se alejara de mí. Quería estar con él, quería solucionar lo que sea que estuviera pasando, con tal de que no me dejara. 

Lo tomé del brazo jalándolo, mostrándole en mi acción la desesperación que me hacía sentir, él esbozó una media sonrisa, disfrutaba verme humillándome por él.

- Lo siento, no quise meterme en tus cosas, es que tú nunca me dices nada y...

- Por esto nunca te digo nada, mira como te pones- Jaló su brazo con fuerza haciéndome desestabilizarme, él temblaba, me miraba con odio. Estaba cargado de ira.- Estoy harto de ti y de esta relación, a ti no se te puede decir nada porque enseguida crees que te digo mentiras.

Las dices. 

Una voz interna en mi cabeza me pedía a gritos que tomara lo que quedaba de mi dignidad y lo dejara. Que saliera yo misma por esa puerta, con la frente en alto, que le dijera que hasta aquí llegué, que jamás me iba a seguir viendo la cara de estúpida.

''Deja que se vaya'' ''No vale la pena, Sahar, él no quiere estar contigo''

Sin embargo, siempre las ignoraba.

Nicholas tomó sus cosas y salió, sabía que había ido a verla, lo sabía porque cada vez que llegaba olía a perfume de mujer. Lentamente me senté tomando mis rodillas, abrazándolas, intentando refugiarme en mi misma, aunque siempre he sido mi peor enemiga. Ese día lloré, como todos los otros días. Me sentía insuficiente, reemplazable, atormentada, enojada, necesitaba entender muchas cosas, pero nunca tenía la respuesta de nada.

Y quizás estaba mejor en la ignorancia.

¿Cómo es que él podía ser así? Toda mi vida, lo ayudé sin esperar nada a cambio, confié en él cuando nadie mas lo hizo, lo incentivé a ir a terapia para controlar sus problemas de drogas e ira. Por mi es alguien mejor, y lo único que esperaba de él era un poco de cariño, sentirme amada, pero sabía que no valía ni una pisca para él.

Mi corazón saltaba, temía que se saliera de mi pecho, pero mas temía el sentimiento por el que estaba pasando, quería acabar con esto. Acabar con mi vida, no valía la pena seguir viviendo, nunca nadie podría llegar a amarme como yo quería, ya lo tenía asegurado. Cuando vi la foto de ella lo supe, tan diferente a mi, tan joven, tan perfecta, su piel sin marcas, sus grandes ojos verdes seductores. Rayos. 

La reserva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora