Desde que era mas joven e iniciaba mi etapa de relaciones amorosas siempre me he preguntado una sola cosa.
¿Por qué siempre era yo la que debía aguantar hasta no poder mas? Será que ¿tenía mucha paciencia y sabía que podía comprender a las personas si me lo proponía? O es que ¿dejaba que las personas se aprovecharan de mi a su antojo al ver que accedía a sus comportamientos justificándolos?
Siempre he creído ser una persona bastante comprensiva y ahora no hablo solo de las relaciones amorosas, las amistosas también. Siempre estaba cuando me necesitaban, aconsejaba cuando me lo pedían, básicamente lo que una amiga haría. Pero también muchas veces hice cosas que nunca debí haber hecho por amigos que pronto traicionaron mi confianza, mientras yo estaba preocupada por ellos, ellos me hacían quedar mal a mis espaldas.
Y yo los perdonaba.
Puede ser que creía en los cambios, era fiel creyente de que una persona podía cambiar si le ayudaban un poco a encontrar el origen del problema. Pero al ir creciendo, me di cuenta de que no todo el mundo quiere cambiar, aún si reconocen el problema a la perfección y saben cual es la solución a ello. Todos cuando dejamos de ser unos adolescentes inmaduros somos conscientes de nuestros actos. Ahí es cuando te das cuenta que la persona nunca estuvo interesada en cambiar en lo absoluto, y eres tú quien debe decidir si seguir intentándolo, superando tus límites, pasando por encima de tus emociones y de lo que quieres para poder estar con esa persona que sabes que no hace lo mismo por ti.
O hacer a un lado todo eso, priorizarte y seguir tu camino.
Yo no sabía como dar ese paso.
— Abre los ojos, Sahar— Las graves ondas de la voz de Dean, hicieron eco en mi cabeza.
Lentamente obedecí a Dean, incorporándome de la cómoda sillita.
— Puedo ver que a lo largo de tu vida has repetido patrones, que los has estado acarreando hasta la adultez.
Lo miré esperando que continuara, ignorando la evidente invitación que me estaba haciendo, a que yo comenzara a hablar nuevamente. Solté un sonoro suspiro.
— Te has preguntado— Continuó— ¿Qué estoy haciendo para que lo que me causa conflicto deje de atormentarme?
Sí.
Y lo mas lamentable es que también sabía como podía resolver el conflicto. Lo que no sabía era como dar ese paso, como alejar los pensamientos de mi cabeza. Como dejar de actuar antes de pensar en si lo que estoy haciendo, me hará bien o no.
Con un revoltijo de respuestas y soluciones en la mente, solo logré articular un inaudible— No.
Y es que ¿Realmente estaba haciendo algo? O solo me estaba dejando de lado a mi y a mis emociones.
Pero ¿Qué es lo que quieren mis emociones? ¿Qué es lo que quiero?
Pareciera que quisieses vivir en sufrimiento y siendo la reserva de cada hombre que se te cruza.
Dean se sacó sus gafas, y frotó sus ojos levemente. Intenté estudiar su lenguaje corporal, para quizá descubrir si él ya estaba harto de mi también. Se notaba cansado y un tanto agobiado por mis vagas respuestas.
Sentía que no estaba progresando en esto, sentía que lo único que estaba logrando con estas citas era revivir recuerdos de los que simplemente no me gustaba acordarme y por eso bloqueé. Los cuales me hacían sentir la peor de las estúpidas y necias del mundo entero.
Odiaba recordar todo lo que he dejado pasar, pero mas aún odiaba como seguía dejando que pasara.
Mis ojos lagrimearon ante los recuerdos golpeando mi mente. No podía dejar de pensar en nada mas que no sea en todos los escenarios, todas las palabras, todas las peleas, todas las veces que me dejé pisotear.
ESTÁS LEYENDO
La reserva ©
RomansaNo elegí enamorarme de él, solo sucedió. No sé cuando, no sé como. Solo pasó. Mis decisiones no fueron las correctas, cuando él quería yo estaba dispuesta, cuando yo quería él se negaba. No era su prioridad, lo sabía. No era a quien quería, también...