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Louis despertó exaltado, su pecho subía y bajaba velozmente por la violencia de su respiración. Instantáneamente sintió la capa de sudor que se había instalado en su cuello y frente, mechones de cabello se pegaban hasta la mitad de su frente y sentía como si su corazón fuera a estallar y hacer un agujero en su caja torácica para después salir corriendo. Aun se encontraba bajo la familiaridad de sus sabanas y eso lo relajaba un poco. Acababa de tener un sueño muy extraño.

Louis casi nunca soñaba, pero tenía toda una semana haciéndolo, sin falta.
Después del accidente, soñó todas las noches solitarias con el mismo por de ojos majestuosos, después, tuvo un extraño sueño sobre el mismo chico que se aparecía y lo convencía de que era su ángel guardián.

Había sido un sueño, solo eso. ¿verdad?

Louis se levantó lentamente, dirigiéndose al baño. Echó un poco de agua en su rostro y permaneció varios momentos más frente al espejo, cuestionándose una sola cosa.

Harry.

Ese era su nombre y a Louis le parecía un nombre muy interesante. ¿Le habrían nombrado así por el príncipe Harry? Estaban en Inglaterra, tal vez eso era, y el chico sí parecía un príncipe después de todo.
¿En qué estaba pensando? Ese chico no existía, Harry había sido producto de su imaginación, por lo tanto el origen se su nombre no vendría importando mucho, era lo que era, un sueño.

Eso era lo que inundaba los pensamientos del castaño, cuando llegó a su pecho la sensación de haber olvidado algo, algo que parecía importante, pero no recordaba qué.

Eleanor.

¡Eleanor!

Louis se sobresaltó, lo había olvidado por completo. Se había dispuesto a tomar el primer tren a Manchester y pasar el día con ella.
Si Elie no vendría este fin de semana, él iría hacia ella.

Se duchó y se puso loción, se esmeró un poco más en su peinado y se puso su camisa favorita. Llegaría a ella con un ramo de flores y todo volvería a ser lo mismo.

Suspiró frente al largo espejo de cuerpo completo que posaba en su habitación y después, se dirigió a la calle, satisfecho con su atuendo.

—¡Taxi!—llamó el castaño, pronto un vehículo color anaranjado se frenó frente a él—, a la estación.— dió la dirección segundos antes de cerrar la puerta y se acomodó en el asiento.

—¿A dónde vamos? ¿Tomaremos un tren?— la repentina aparición de Harry en el asiento trasero sorprendió a Louis hasta hacerlo soltar un grito, haciendo que el conductor lo mirara extrañado.

Harry tomó una de las revistas que había en el suelo y comenzó a ojearle tranquilamente—Él no me ve, Louis. Nadie me ve.—

—¿Cómo...? ¿Cuándo...? Tú no eres real, eres un... Yo no, tu eres... Imaginación.—los nervios le habían cortado la lengua.

¿Acaso no había soñado?

—Y te recomendaría que no me dirijas mucho la palabra el público, porque pareces un loco de remate hablando solo.— Harry hizo un movimiento con la cabeza apuntando al espejo retrovisor del taxista, que lo observaba como si fuera un psicópata.

—Eso no sucederá— respingó el castaño—, no nos volveremos a ver. Me está siguiendo, dejeme en paz.— a Harry le extranó que le hablara de usted.

—¿En paz? ¿dejarte en paz?— rió sarcástico—, en paz vas a descansar, si yo me voy.— se acercó. Su altura y la de Louis lo hacían ver un poco amenazante, a pesar de encontrarse sentado—. No puedo solo 'irme', señorito, así no funciona mi trabajo.—

Angel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora