Por una razón

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Louis recargaba su espalda contra la puerta por la que Eleanor había salido media hora antes. Las lágrimas ya se habían secado en sus mejillas, pero el arrepentimiento seguía en sus ojos; jamás había tratado así a Eleanor, nunca. Ni siquiera una vez le había levantado la voz, toda la vida le había tratado como una muñeca consentida que protegía de todo y todos: la amaba.
Mas sabía que la chica ya no merecía más ese trato. Le había mentido, lo había engañado, en todo el sentido de la palabra.
Pero eso no era lo que provocaba el mareo en su cabeza.

"Un chico"

Aún no le quedaba claro... nada. No deberían de gustarle los chicos, y Harry era un chico, ¿pero le gustan los chicos, no? Aún así, Harry probablemente no sentía nada por él, ¿quién lo haría?
Era un pobre diablo al que le habían roto el corazón.

Tal vez por eso había estado teniendo esos comportamientos raros hacia Harry, sólo era por el dolor en su corazón. Aunque le pesara admitirlo; Eleanor tenía razón. Él acababa de terminar una relación de cinco años, no podía comenzar a "sentir cosas" por alguien dos semanas después, eso era algo sumamente irracional.
Pero Harry hacía perder el orden del tiempo y su factor, sentía que lo conocía de toda la vida.

La perilla comenzó a moverse con aparente desespero, asustando el silencio de ultratumba que Louis había instalado en el lugar.

—¡Louis! ¿Estas ahí? ¡Louis, abre!— aquella voz comenzó a sonar desde afuera.

El chico, reuniendo todas sus fuerzas, se levantó del suelo limpiando su rostro con el dorso de su camisa. Él a sabía de quien era aquella voz.

Abrió la puerta, y en cuanto el rizado tuvo cabida, se lanzó y le brindó un inesperado pero desesperado abrazo fundido, devolvió el gesto con confusión y un sonrisa triste.

—¡Louis! Estás bien, ¿estás bien? ¿todo bien? ¿qué pasó?— preguntó antes de separarse del abrazo para mirarle a la cara.
Con ambas manos en los hombros de Louis, recorría sus ojos verdes por todo su cuerpo comprobando que estuviera sano y salvo.

—Sí... estoy, sí. ¿A dónde fuiste?— le preguntó también preocupado. No podía creer que se había sumergido tanto en sus problemas que a pesar de haber extrañado la presencia del rizado, no paso por su mente el dónde estaba, o si volvería.

"Sólo piensas en tus problemas, no te importa una mierda todo lo demás"

Recordó, de manera pesimista. Tal vez Eleanor tenía razón, era una persona muy egoísta; ese era un defecto. ¿Por qué Harry querría a alguien tan egois...?

¿¡Por qué pensaba en él de nuevo!?

—Eso no importa, estoy aquí. Cerremos la puerta, que está muy frío afuera, cuéntame todo, ¿qué ha sucedido?— Harry cerró la puerta, eliminando la corriente de aire que los había envuelto, y se volvió de nuevo hacia el ojiazul.

—¿Cómo sabes que...?—

—Louis, vibras inestabilidad y enfado. Te sentí, y vine lo más pronto que pude. ¿Estas bien?—

—He estado mejor...— contestó, después de unos segundos—Eleanor ha venido, ella... quería...— aquellos ojos tristes y azules amenazaban con el llanto.

—¿Elea...? ¿Qué te ha dicho...— Olvídalo, no respondas eso ahora, ven, sientate— lo guió a un sofá continuo y lo cubrió con un cobertor que se encontraba doblado en otro sillón—¿Tienes frío, cierto?— el rizado lo miró con cautela. La verdad es que sentarse en el suelo, recargado a la puerta de entrada, en pleno diciembre y con el frío helando, no había sido la mejor idea de parte de Louis. Se limitó a asentir y dejarse calentar por la cobija.

Angel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora