Asuntos pendientes

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[Dos semanas después]

Zayn jamás había estado tanto tiempo recostado en una cama; inmóvil, adolorido. Constantemente le inyectaban drogas y medicamentos para invadir el dolor creciente desde su médula, aún estaba mejorando. Aún así habían pasado dos semanas desde la última vez que había visto a Liam, y Diciembre ya había llegado. El castaño se fué sin despedirse para no volver más, almenos no a su cuarto. Porque Zayn sabía que Liam estaba en el hospital, lo sentía. El lazo que los conectaba desde hacia mucho tiempo se lo hacia saber.

Qué suerte le había tocado. Uno no imagina la impotencia y rabia que le daba al moreno. Le habían arrebatado parte de su ser. Pasó drásticamente de poseer aquellas majestuosas e imponentes alas, a vivir inmóvil en una condenada cama de hospital. Aquellas alas una vez lo habían representado, en la tierra sin ellas, no era mas de la mitad de lo que una vez fué.
Pero esa no era la causa de su impotencia.

Era Liam.

Sentía un coraje amargo al verlo sonriente, cuidándolo. Sentía su impotencia al máximo, ¿Cómo había pasado de ser el cuidador, al cuidado por la misma persona?

Liam se marchaba del hospital en esos momentos. Zayn lo sentía, casi podía verlo despidiéndose de sus compañeros y recogiendo algo de su casillero, dos pasillos adelante. Casi podía ver la escena clara, a pesar de que jamás había conocido a esas gentes ni estado en aquellos casilleros. Cerró los ojos y, Liam se había marchado.

Zayn no estaban hecho para seguir reglas. Toda su vida, o al menos toda la vida que recordaba había huido de ellas, rompiéndolas e ignorándolas. Sabía que eso tarde o temprano iba a expulsarlo del paraíso, convirtiéndolo en el ángel caído que ahora era, arrancándole las alas para otorgarle la libertad.

.

El rizado fue quien abrió la puerta, cuyo timbre acababa de resonar. Después de girar la perilla, tenía enfrente aun castaño de ojos color miel, que lucía confundido ante la imagen del rizado.

—Hola, tú debes ser Liam.— Harry ladeó la cabeza, mostrando su particular y bella sonrisa.

—Eh, sí. Si, yo soy.—el castaño sonrió amable, confundido hacia el nuevo rostro del rizado.

—Soy Harry— le extendió una mano amable que Liam tomó con cordialidad—, pasa, pasa.—

El rizado comenzó a caminar hacia adentro, seguido por Liam, que cerró la puerta detrás de sí cuando entró.

—¿Quieres agua o algo?— el rizado se dirigía a la cocina.

—Eh, no, gracias... Ehm, ¿está Louis?—

Liam miró alrededor y notó lo ordenado que lucia todo,
se preguntó quién demonios era ese chico. ¿acaso trabajaba para Louis? ¿acaso es su pariente?

—Está por bajar.—
El rizado dijo amablemente.

—¿Él se encuentra bien?—

—Yo opino que sí, él continúa maldiciendo— Harry rió socarrón—, sabes que Louis Tomlinson se encuentra bien mientras las groserías continúen saliendo de su boca.—dejó salir una sonrisa condescendiente.

—Lo que quiso decir fue que estoy jodido.— ambos voltearon a ver a un Louis que entraba a la sala a paso lento y un poco demacrado.
Aún estaba en pijamas y su cabello lucia despeinado, tenía pronunciadas ojeras, nariz roja y una barba creciente que tenia al menos cuatro días alojada en su rostro, y aún así sonreía.
Se veía mal, se veía enfermo. ¿cómo no estarlo? Si acababa de terminar una larga relación de cinco años por infidelidad y, ¿él qué había hecho mal? Aún así se había llevado una gigante depresión. Duró dos semanas enteras en su casa, con Harry atendiéndolo como si éste fuera su enfermero personal y él fuera una especie de zombie.

Angel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora