Destinatario

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Gemma tenía un buen rato sentada en el sofá con la mirada perdida y una taza de café frío en las manos que una vez estuvo caliente. Una pequeña cobija la rodeaba pero aun se podía apreciar a la vista el suéter azul marino que llevaba y que una vez le perteneció a su hermano, por lo que le quedaba grande. Olía a él, también.
Diciembre apenas comenzaba y las fiestas se acercaban, mas este año no había rastro de festividad en la casa de los Styles. Al igual que el rostro de la joven Gemma, la casa sin Harry lucía sombría y sin vida. Las ojeras se abrían paso en su pálida piel así como el silencio extrañaba la guitarra vespertina del muchacho.

De pronto un ruido ajeno la desconcentró de sus pensamientos, pero era tan profundo su ensimismamiento que no reconoció que se trataba del timbre de la puerta hasta que éste se repitió, tintineante.

Aun sin haber reaccionado del todo, miró la puerta y después de unos segundos; lentamente, dejó el café en la mesilla de centro y con un movimiento carente de fuerza, se quitó la cobija de encima y se levantó. Podía escuchar una voz desde afuera.

—¿Crees que hay alguien en casa?— Louis susurró, metiendo sus manos a su chamarra. Al exhalar dejó un halo blanco en el aire debido al frío.

—Está el coche de mi madre, eso creo.— Harry hizo el mismo gesto con su chaqueta.

—¿Estás seguro que solo yo te puedo ver?— trataba de no mirarlo para no concentrarse más de lo debido en la tierna nariz rojiza por el frío de Harry.

—Yo decido quien me ve y quien no ¿lo olvidas?—

La puerta se abrió sólo lo suficiente para dejar ver el rostro de una chica alta y de tez blanca. Tenía unos grandes ojos verdes y llorosos, y sus labios eran idénticos a los de Harry, sin mencionar que su cabello suelto lucia los mismos rizos, en un menor volumen y con un tono un poco mas claro. La chica lo miraba de arriba a abajo con aire de extrañeza.
Ella no podía ver a su hermano, claro está, pues sus ojos solo se habían posado en Louis aunque este voltease a ver a Harry. Los ojos del rizado estaban completamente cristalinos al ver a su hermana de aquella manera; demacrada. ¿Cómo la había dejado así? ¿cómo había permitido eso?

Louis tragó saliva antes de decir—: Disculpe, ¿se encuentra Anne Cox?—

—¿Quién eres?— preguntó sin ser grosera, más bien con curiosidad.

—Oh— reaccionó—, mi nombre es Louis Tomlinson, mucho gusto.— el castaño le extendió una mano amiga que la joven correspondió aún con desconfianza. Harry observó lo delgados que lucían los brazos de su hermana, tal vez no comía bien.

La puerta seguía abierta al mínimo, Louis supuso que se debía al frío del exterior.

—Gemma, Gemma Styles. ¿Qué se te ofrece?—

—Bueno, ahm...— miró a Harry, quien limpiaba una lágrima con el dorso de su mano— yo... siento si vine en un mal momento, pero,— tragó saliva para continuar— soy, era amigo de Harry...—

La expresión de la chica se suavizó. Después de un par de parpadeos miró momentáneamente al suelo y después abrió la puerta—Pasa.—
La chica se apartó de la entrada.

Louis miró al rizado a su lado y ambos entraron a la casa. Era justo como Harry recordaba, apenas hacia unas semanas vivía ahí aun.

Y era justo como Louis la había imaginado. El ambiente olía a Harry, y todo era muy él. Los cuadros en las paredes, llevaban fotos de Harry en menor edad, tan tiernas que, de ser otro el momento, habría sacado su teléfono y les hubiera sacado fotos.

—Sientate, si quieres, vendré en un segundo. ¿Quieres agua, café, té?— Gemma le ofreció desde donde estaba.

—No, gracias. Estoy bien.— Louis sonrió amable y se quitó el abrigo. Parecía haber una chimenea en alguna parte de la casa pues si se dejaba el abrigo podía sentir hasta calor.

Angel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora