Capítulo 08

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No podía continuar mi camino hasta mi casa, ya que, si me seguían era exponer mi integridad y la de mi mamá, aunque realmente no tenía a dónde ir.
Me detuve al cruzar la calle, más de lo que debí y ese fue el peor error que pude cometer en toda mi existencia.

Sentí como alguien me jalaba por el brazo; fue ahí cuando perdí la noción del tiempo y de la realidad, no me dio tiempo de defenderme, ni mucho menos tenía idea de porque cooperaba e iba hacia dónde mi atacante.

–¿Te perdiste hermosura?

–No, voy para mi casa

–¿Y no crees que es muy noche para que alguien como tú camine sola por las calles?

–No, así que me largo ¿si? –estaba por dar un paso hacia adelante pero aquel hombre me detuvo.

–¿A dónde crees que vas?

–Ya te dije que para mi casa –comenzaba a perder la paciencia –¿Me das permiso por favor?

–¿No quieres que te acompañe? –me arrinconó cerca de una pared de ladrillos rojos.

–No gracias –dije firmemente.

Uy, uno que quiere ser amable y así lo tratan

–Ay por favor, no eres amable, eres un pervertido y quítate –lo golpee en el pecho para alejarlo de mi. Su proximidad me daba asco.

–Sé que trabajas en el edificio de acá al lado

–¿Y? –levante una de mis cejas y subí mis hombros ligeramente.

–¿Cuántos años tienes?

–¿A ti que te importa? ¡Carajo!

–Puedo hacer que pierdas tu trabajo si eres menor de edad –esta conversación había tomando un giro algo raro e inesperado.

–Soy mayor de edad, gracias por preocuparte –lo volví a hacer a un lado y comencé a caminar fuera del lugar, pero de nuevo sentí un tirón en el brazo que me hizo volver.

–Supongo que necesitas dinero

–Supones bien –me cruce de brazos.

–¿Qué estás dispuesta a hacer por conseguir dinero fácil y rápido? –colocó uno de sus brazos al rededor de mi hombro.

–No me voy a vender, ni intoxicaré a nadie con las cosas que venden –aparte su brazo de mi hombro.

–No hablo de eso –lo mire algo sorprendida.

–¿Ah no? –rasque mi cabeza –tampoco voy a robar ni matar a nadie –dije rápidamente antes de que quisiera voltear la jugada.

–¡A ver escuchame! –me tomo por los hombros y me agitó un poco –Si trabajas en un estacionamiento quiere decir que sabes manejar –puse los ojos en blanco ¿Qué este tipo era tonto o qué? La respuesta era obvia.

–Vaya –le aplaudi –¡Felicidades! puedes regresar a la primaria ya

–¿Sabes manejar o no?

–Si –hice una mueca.

–¿Manejas motos?

–Obviamente, sé manejar de todo ¿a qué vamos con esta conversación?

–Durante la noche, mis amigos y yo nos juntamos con algunas otras personas, armamos carreras clandestinas

–¿De motos? –suspiró y me di cuenta que había caído en la ignorancia como él.

–¿Eres tonta?

–¿Eres imbécil? –sonreí.

–¿Le entras o qué?

–¿De cuánto hablamos?

–Unos $10,000 por noche, quizá más, tal vez menos, depende los asistentes y las apuestas

–Va, le entro

–Entonces acompañame –me miró por última vez y comenzó a caminar sin detenerse, yo solo lo seguí hasta unas cuatro cuadras después.
No sé en qué momento cambie mi actitud de tenerle miedo a sentirme en confianza y segura a su lado, bueno, daba lo mismo, no estaba segura ni en mi propia casa mientras Iván siguiera ahí dentro.

Era una calle bastante oscura, casi no había casas aledañas y las que se encontraban parecían abandonadas; el alumbrado público era totalmente algo del pasado.

–¿Me vas a prestar una moto?

–Si, pero antes necesito que me jures algo...

–No le voy a decir a nadie de esto, no soy tonta –hice una pausa –¿Me vas a prestar una moto si o no?

–Tienes carácter y me agrada –por primera vez en toda la noche sonrió.

–¿A qué hora empieza esto de las carreras?

–Tal vez en una media hora –me respondió mirando su reloj.

–Está bien –me senté sobre una de las banquetas.

–¿Nadie se va a preocupar por ti si no llegas a tu casa?

–No –dije sin pensarlo dos veces.

–¿Segura? No quiero a mamás metiches por aquí –solté una carcajada.

–Mi mamá no es de esas

–Todas dicen eso y después vienen las mamás a recogerlas y para colmo nos toca a todos también

–¿Les toca qué? –me estaba irritado de nuevo este tipo, no se callaba.

–A veces una demanda o pasar una noche en los separos de la delegación

–Pues son los riesgos que corres cuando haces algo de forma clandestina

–¿En serio tienes un techo dónde dormir por las noches? –se sentó a mi lado.

–Digamos que mi casa es la calle

–¿No quieres venir conmigo?

–¿Me crees estúpida como para meterme a la casa de un extraño que puede ser un completo psicópata?

–José Luis –me tendió la mano –mucho gusto

–No confío en ti

Durante el tiempo que restaba para que la carrera empezará me dedique a ver el cielo perfectamente azul, lleno por un millón de estrellas y aquella Luna perfecta, redonda, brillante, hasta parecía feliz a pesar de no tener luz, de solo reflejar la del Sol, a pesar de que una nube opacan a su belleza, parecía sonreír a pesar de que la noche era algo fría.

Varios hombres, del porte de ¿José Luis? Comenzaron a llenar el lugar, llegaban con sus cascos y motos, con chaquetas de cuero y algunos con botellas de alcohol cargadas en la parte trasera del vehículo, digamos, que este mundo no me agradaba mucho, pero aún así no estana en situación de ponerme exigente.

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