Ya llego aquella aterradora semana y como estaba previsto los vampiros inundaron las ciudades del color de la sangre, desde casa se escuchaban gritos una y otra vez y las campanas de la iglesia sonaban con cada asesinato.
Me encontraba en mi habitación tumbada en la cama mirando al techo con las manos apoyadas en mi pecho, respirando profundamente, pensando en positivo ignorando lo que ocurría en el exterior, mi abuelo me decía que la clave para no pensar en nada era inhalar aire con fuerza y pensar en algún momento bonito hasta quedar dormida.
Aquello me hizo pensar en lo mucho que echaba de menos a mi abuelo, sus anécdotas, sus consejos y cuando de pequeña me daba un beso en la frente de buenas noches. Dos lagrimones aparecieron recorriendo mis mejillas "Voy a poder con todo esto, yo puedo".
Y caí dormida profundamente...
«Hay estaba yo en las calles del pueblo mientras veia con gran desesperación mi alrededor, mis manos estaban manchadas de sangre, y mi boca llena de ella. Mi pelo estaba revuelto como una fiera y mis brazos tenían unos gran cortes los cuales sangraban , devoraba a todo aquel que se cruzaba en mi camino, no era yo, yo no soy asi, por dentro intentaba no hacerlo pero era como si no fuera la controladora de mis actos y todo esfuerzo era en vano.»
Desperté de un salto empapada de sudor por aquella pesadilla la cual sentía que poco a poco se iba haciendo realidad. Grité desesperada, mi cabeza me dolía, también el estomago y me empezaba a marear. Mi respiración se aceleraba y la habitación empezó a dar vueltas "Todo esto es por culpa de la atracción de la luna debo ser fuerte" Me repetía una y otra vez. Empecé a toser, me estaba ahogando.
- ¡Félix! .- Grité .- ¡Félix!
Pero el no estaba.
