Capítulo 8: Creo que estoy enamorado.

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Capítulo 8: Creo que estoy enamorado.

En alguna ocasión, cuando íbamos a mitad de diciembre y casi estábamos entrando en vacaciones navideñas, tuve una conversación con Adrián. Yo no tocaba mucho el tema de sus padres porque a él le incomodaba hablar de su familia. Sin embargo, yo no podía sacarme de la cabeza la idea de que a él le gustase que otra persona le hiciese daño porque aguantaba bien el dolor.

Dado a la relación que manteníamos; sexo casual, no encontraba el modo de abordar el tema sin que él quisiese salir huyendo. Podría pensar que estaba siendo invasivo y se cerrase completamente cuando en realidad lo que quería era ayudarlo. Así que me propuse contarle un poco de mi para que se sintiera confiado conmigo.

—Creo que nunca te he dicho esto: yo soy una persona con amnesia —comenté de pasada, luego de acabar por esa noche. Adrián, desnudo, yacía a mi lado, con su cabeza recostada en mi pecho mientras yo mimaba sus cabellos cobrizos—. Estuve... Estuve internado en un sanatorio mental cuando tenía casi tu misma edad. Duré un año allí, pero yo no puedo recordar nada.

—¿Nada? —levantó un poco el rostro, apoyando la babilla en mi abdomen para verme a los ojos.

—Nada. No recuerdo cómo llegué allí ni por qué me encontraba en ese lugar —fijé la vista en el techo. El tema me provocaba un sensación agria en el estomago—. Olvidé un parte de mi vida. No sé qué ni por qué, pero la olvidé. Y por un largo tiempo sentí que no debería estar aquí. Que debí quedarme en ese sitio —me miró con desaprobación y yo me reí un poco nervioso porque estaba confesando más cosas de las que debería—. Las pastillas me ayudaron a menguar la angustia que sentí durante los primeros días. Luego acepté esta segunda oportunidad y decidí vivirla, aunque no sé si la vivo del modo correcto.

Volví la vista hasta él, sonriéndole con afecto.

—Nunca se lo digo a nadie porque la gente te mira con lástima —revelé, llevando mi mano hasta su mejilla para rozarla con los nudillos—. Pero tú eres diferente. Sabías de mi amnesia desde antes, me has visto ir con mi psiquiatra y jamás me has mirado de esa forma.

—Hubo un tiempo en que mi hermano también fue a terapia. Él no lo habla conmigo, aun así, sé que es duro confesar un hecho como ese.

—¿De verdad? —asintió pensativo—. Es muy duro confesar que necesitas ayuda. Las personas piensan que una persona va a un psiquiatra es porque está loco y no siempre es así. A veces solo necesitas... No sé, hablar.

—¿Quieres hablar conmigo ahora?

Volví a sonreír con afecto sin sorprenderme de su astucia para captar los mensajes.

—La verdad es que sí —confesé con tono suave—. He estado pensando mucho en ti durante todos estos meses. Sobre esta relación extraña que llevamos. A simple vista, es una relación de poder: yo soy tu profesor y tú un alumno, existe un desequilibrio que en cualquier relación no debe existir. Y está el factor de la edad. Sé perfectamente que si sigo con esto, me haré daño.

—No te tortures. Sé que te cuesta mucho aceptarme. Por eso, te prometí que no haría nada en el colegio. Pero aquí no pasa nada. Ni tú eres mi profesor ni yo tu alumno. Podemos seguir siendo amantes. Además, no soy una persona fácil de someter.

—Lo sé y por eso me preocupa.

—¿Qué quieres decir?

—Adrián, voy a continuar con esto. No importa si está bien o mal porque al final es mi propia elección. Yo creo que si uno toma una decisión y no se arrepiente de las consecuencias, entonces está bien. Cuando esto salga a la luz, aceptaré lo que venga —Adrián se sentó sobre la cama, mirándome con gesto extrañado, sin saber a dónde quería llegar yo—. No te puedo ofrecer la luna, el sol o las estrellas. No existe nada entre nosotros para prometerte tal banalidad, pero existe comprensión y apoyo. Sinceridad. Si necesitas ayuda, sea cual sea el problema, búscame. Cuentas conmigo en las buenas y malas.

Uke Acosador. ME PERTENECES (PARTE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora