Capítulo 7: faceta nueva.
Había amanecido demasiado rápido para mi gusto y lo peor es que sentía que no dormí nada. Me encontraba tan cansado que incluso moverme requería una gran fuerza de voluntad, pero lo hice. Me removí con cuidado sin abrir los ojos y tomé la sabana más cercana para arroparme de pies a cabeza.
Ni siquiera recordaba qué día era, ni que debía ir al instituto. Solo quería quedarme en cama y descansar. Sin embargo, al momento de hacerme un ovillo, sentí en mi terreno una pierna. Una pierna que no era mía y que pertenecía a un individuo desconocido. ¿Qué diablos...? Y entonces, me di cuenta de que no me encontraba en la cama. Porque las camas son suaves y donde yo estaba se sentía duro como el suelo.
Abrí mis ojos con sorpresa y me senté de golpe porque estaba durmiendo en el suelo. ¿Cómo había llegado allí?! Noté al instante que me encontraba desnudo, ya que mi piel entraba en contacto directo con el piso baldosado. Instintivamente, me cubrí con la sabana el pecho, como si fuese una chica que despierta con un desconocido luego de una noche de copas.
Aunque, a decir verdad, la situación no se alejaba mucho de esa hipotética realidad...
Miré a mi costado con cierto terror. Las manos me temblaron al momento de quitarle con sutileza la sabana y así averiguar quién dormía plácidamente a mi lado. Al momento de hacerlo, una cabellera rojiza como el cobre se hizo notar y un cuerpo menudo reposaba sin mayor miramiento. Emitía un suave y pequeño ronquido. Era Adrián, aunque saberlo no me aliviaba en lo absoluto.
Entonces, recordé la noche anterior. La discusión, los besos, la violencia en nuestros actos... Todo me empezó a dar vueltas y me tomé la cabeza con las manos, horrorizado por mis actos.
"¡Diosito, ¿Qué hice?!" pensé, recordando cada beso y cada mordida.
Había sido una noche muy apasionada, donde cada uno marcó al otro como de su propiedad por culpa de los celos, comprendiendo de inmediato que los celos, las explicaciones y los besos no eran típicos de una relación casual y sin sentimientos. Omití ese pensamiento sin querer ahondar más. Por el contrario, observé el caos de la habitación; la ropa tirada en todas partes, la cama desordenada, las sabanas y almohadas en el suelo junto a nosotros.
Miré con culpabilidad a Adrián, quien dormía tranquilamente. Me puse de pie, y poniéndome mi ropa interior, corrí a esconderme al baño. Cerré la puerta y le pasé seguro. ¿Y ahora qué iba a hacer? ¿Quedarme escondido en el baño de por vida? No era una mala idea.
Suspirando para calmar mis nervios, me acerqué al lavamanos, observando detenidamente mi rostro demacrado en el espejo.
"Tranquilo Leandro, respira... respira" Pensé en un atado de nervios.
—Creo que necesito un té de manzanilla para calmarme... —murmuré.
Me costaba un poco aceptar que por mi culpa esa situación se había desencadenado. Pude haberme quedado callado, tragarme mis celos. Adrián se hubiese aburrido e ido. Me habría dejado en paz. Pero no. Tenía que salir yo a meter la pata.
—¡Idiota, idiota! ¿Y ahora cómo vas a explicar tu celopatia? Leandro estúpido, ahora nunca se va a ir de tu lado —me recriminé en voz baja, incapaz de aceptar que una parte de mi era demasiado posesiva.
Me palmeé la cara, intentando desvanecer todo ese pánico que se apoderaba de mi cuerpo. Sentí la necesidad de correr fuera del país, de enterrar la cabeza en la tierra como un avestruz. No podía hacer eso, desde luego, aunque ganas no me faltaban. Respiré hondo y abrí un poco la puerta del baño, mirando desde ese punto la figura dormida de Adrián en el piso.
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Uke Acosador. ME PERTENECES (PARTE I)
Storie d'amoreLeandro es un profesor recién egresado que pretende trabajar en el instituto "Ángel de la Guarda". Todo va más o menos bien hasta que conoce a uno de sus estudiantes: Adrián, un chico pelirrojo de timadores y brillantes ojos verdes que lo acosará si...