Capítulo 13: Malentendidos.
— ¿Alo?
— Buenos días, profesor. Disculpe que lo moleste a tan temprana hora, pero es que aquí en la entrada está un tipo de lo más raro. Dice que es su hermano.
— ¿Mi hermano?
— Sí, dice que es su hermano...
Era muy temprano en la mañana, casi las ocho, y yo tenía una resaca terrible. Me agarré la cabeza, tratando de aplacar el dolor de mis sienes. No me resultaba agradable tener que atender a alguien tan temprano, y mucho menos si ese alguien resultaba ser mi hermano.
Antes de que siquiera pudiera responderle al hombre, se escuchó un pequeño alboroto a otro lado de la línea, casi como una pequeña lucha y palabras como "¡Soy su hermano y tengo derecho a verlo" llegaron a mis oídos, seguido de un "¡Que agresivo!" de parte del vigilante al momento en que aquella otra voz decía: "¡Deme eso!". Suponía, después de todo el alboroto que había escuchado, que al pobre hombre le habían quitado el teléfono.
—¡Hermanito, qué bueno que te encuentro!
—¿Quién habla?
—¡¿Cómo que quién?! ¡Pues quién más, soy yo!
—¿Quién es "Yo"?
— ¡Leandro, soy yo!
—Ah, lo siento. Número equivocado.
— ¡No..., espera...! —y sin darle tiempo de hablar, corté la llamada, conteniendo la risa. Esperé unos segundos y... allí estaba, volvían a llamar. Me aclaré la garganta y cogí el auricular.
— ¿Si, diga?
— ¡Leandro, déjame entrar!
— Número equivocado — y volví colgar. Por dentro, estaba muriéndome de risa. Y al igual que antes, el aparato volvió a sonar.
— ¡Leandro, maldito enano sádico! ¡Si me vuelves a colgar juro por lo más sagrado que iré arriba y patearé tu trasero, te haré picadillo y pondré cada pedacito de ti en bolsitas individuales y se los daré a los buitres para que te coman!
—Solo un ser despreciable habría de tener la osadía de dirigirse a su majestad de esa manera —dije en tono irónico.
—¡Ni que majestad, ni que nada! ¡Me dejas entrar por la maldita puerta o...! —las palabras se quedaron en el aire ya que, al parecer, le quitaron el teléfono.
— Disculpe, profesor Leandro, ¿Dejo entrar a este terrible individuo? —me preguntó el vigilante.
A lo lejos oía la voz exasperante de mí hermano decir: "¡¿A quién le dice terrible individuo, vigilante de mierda?!" "¡El único ser terrible es usted que me priva de ver a mi "adorado" hermano menor!" "Maldito Leandro, te estás buscando una buena dosis de dolor"
—Lo siento, no conozco a ese hombre. Será mejor que lo lleve tras las rejas —tuve que tapar el auricular con mi mano para evitar que se escuchara mi carcajada ante las maldiciones que me proporcionaba mi querido hermano.
"¡¿Qué...?! ¡¿Cómo que no me conoce?! ¡Desgraciado, bastardo, malnacido! Esta me las pagas, Leandro, ¡Me las pagas! Y voy a tirar esa puerta de porquería si no me dejas entrar, ¡Mocoso insolente!"
Y más insultos hacía mí persona fueron profesados por aquel individuo que más que insultarme; se parecía al berrinche de un niño malcriado. Dios, como hablaba ese Luis, me daban ganas de cerrarle la boca con cinta adhesiva. Aunque, con insulto y todo, la situación seguía pareciéndome divertida. Tras varios segundos de escuchar sus maldiciones, y de que empezara a dolerme más la cabeza por tanto berrinche barato, le dije al vigilante que sí conocía a ese "Terrible individuo". Esto provocó que mí hermano me dijera: ¡Eres una mierda Leandro! ¡Una mierda!
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Uke Acosador. ME PERTENECES (PARTE I)
Storie d'amoreLeandro es un profesor recién egresado que pretende trabajar en el instituto "Ángel de la Guarda". Todo va más o menos bien hasta que conoce a uno de sus estudiantes: Adrián, un chico pelirrojo de timadores y brillantes ojos verdes que lo acosará si...