Libertinaje

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"Yo no voy a decidir sobre mi misma. No voy a volver a ser el centro de este, mi pequeño universo. Proclamo el abandono de mi propia soberanía, la emancipación de mi consciencia; proclamo el rechazo de mí ante mí. Abandono el galeón de mi pensamiento crítico, de mi razón; desalojo de mi mente las fantasías, las esperanzas, los deseos; y de los sueños que me sobrevengan en la noche, solo espero la negrura insondable, prefacio de mi subconsciente muerto. Abandono pues mis responsabilidades, civiles, sociales, familiares, hasta aquellas que este arrojo al existir me ha impuesto hasta ahora. Invalido los pronombres en primera persona, me elimino del sujeto de toda oración; doy mi yo trascendental por muerto. Ya no seré la ama de mi destino, no seré la capitana de mi alma.

Pues no deseo ser dueña de nadie, ni por ello de mi misma. Este es el fin de la búsqueda, esta es la absoluta libertad."

Grabadas quedan aquí las palabras que aquella chica vocifero en la plaza de la ciudad, subida a una caja de frutas para hacerse notar entre el gentío. Los siguientes capítulos de esta crónica solo pudieron quedar recogidos en la memoria colectiva de los transeúntes, que día sí y día también, cruzaban como centellas la plaza, sin apenas percatarse de que allí, sobre la caja de frutas, erguida e inmóvil durante los días que faltaron hasta su muerte por deshidratación, continuo, quizás, la única persona verdaderamente libre que la historia ha tenido a bien en recoger

Aborto, tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora