Viernes, 14 de noviembre
05:43 a.m.
Me levanto ligeramente mareada. Tengo que parpadear varias veces para que mi cerebro procese la información que le envían mis sentidos.
Pienso que quizás es la falta de comida: ayer no pude cenar con los nervios de decirle a Gabriel, pero la sensación se mantiene.
Cuando llego al trabajo, hay punzadas en la parte baja de mi estómago incluso cuando mi desayuno ya está en proceso de digestión. Un segundo...
Siento que el cielo me sonríe. Esto es. Esto tiene que ser: hoy me va a venir la regla.
De forma optimista, voy a la farmacia y compro toallas higiénicas.
Me paso la mañana yendo al baño como veinte veces hasta que me resigno a que será una de esas cosas que vendrá cuando dejas de prestarles atención.
Tantas ideas ridículas y dramas sin sentido para nada. Por supuesto que todo está bien, estos son los síntomas de que la naturaleza sigue su curso.
No le digo nada a Gabriel, porque quisiera decirle en persona y esta noche va a una fiesta con sus amigos.
La sonrisa me dura todo el día, hasta que vuelvo a casa y mamá se queda mirándome:
—¿Día especial? —Pregunta—. ¿Vas a salir con Gabriel?
—No, es un día normal.
—Sí, claro. Lava estos platos, a ver si se te quita.
Mamá se levanta y me deja con mi sonrisa y varias ollas que lavar.
No reclamo porque cuando hace cosas como esta significa que fue un día duro en el trabajo y está a punto de gritarle a alguien.
Siento que estoy llegando a ese punto también. Todavía no hay ninguna mancha.
1 año y once meses atrás
—¿Y si me odia?
—No te va a odiar, eres la mejor.
—Eso son expectativas demasiado altas para mis nervios —reclamo.
Gabriel abre la puerta de su casa y me jala hacia el interior.
—Relájate, Lu. Es imposible que no le agrades, tienes una sonrisa que conquistaría a la muerte.
Me derrito un poco ante eso y cuando me doy cuenta, Gabriel me ha empujado suavemente hacia el sillón de la sala. Su mamá aparece apenas dos segundos después y apenas me saluda, se lanza a decir:
—Yo sé que es muy cliché decir que Gabriel nunca trae chicas a la casa, pero es la verdad. Estoy totalmente encantada de conocerte.
—Gracias, mucho gusto también.
—¡Gracias a ti! Nunca lo había visto así, se la pasa cantando baladas por toda la casa y...
Suelto una risita mientras Gabriel hunde la cara entre sus manos.
—Mamá, se supone que me tienes que hacer quedar bien, no avergonzarme así —me toma de la mano y se aleja.
—Pero hijo...
—Vamos a ir arriba...
—¿Qué dije de malo? Realmente te la pasas cantando...
—¡Yo también te quiero, mamá!
Gabriel me lleva hasta su habitación y acto seguido, se derrumba sobre su cama.
—No puedo creer que te haya dicho eso.

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18 días
Roman pour AdolescentsCuando a Lucía le llega la invitación a la boda de una amiga que se casa porque está embarazada, se da cuenta de algo: ¡que ella misma tiene un retraso! Mientras decide si debe decirle o no a Gabriel, su novio, va reviviendo un poco el pasado, don...