El cumpleaños de Cata

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Sábado, 8 de noviembre

05:15 p.m.

—Feliz cumpleaños, Catalina.

—Por supuesto, señorita.

La chica se va con mi boleta y mi número de pedido. Mientras esperamos el pastel, Gabriel se entretiene mirando las etiquetas de las empanadas.

—Hacen las cosas más raras —me dice—, las empanadas no eran así en mis tiempos.

—Es porque te estás poniendo viejo —intento bromear.

Para divertirme, Gabriel empieza a recitar los ingredientes de los refrescos que están sobre el mostrador como si fueran una receta.

—....y entonces agregue una pizca de benzoato de sodio y proceda a mezclarlo con una cucharadita de fenilalanina...¿Lu?

—Estoy escuchando, sigue.

Pero Gabriel no se lo traga.

—Estás rara, Lu. ¿Qué pasa?

Salto en mi lugar.

—Es una cosa del trabajo —invento a la desesperada—. Te lo cuento cuando se solucione.

Le doy un beso en la mejilla y me pregunto si así se sintió Judas. Dioses, me estoy poniendo dramática, ¿serán las hormonas del embarazo?

¡No, no puede ser! No. Estoy. Embarazada.

Justo entonces regresa la señorita con la torta de cumpleaños de mi hermana y Gabriel la carga mientras consigo un taxi.

—¿Hará algo Cata por su cumpleaños? —Me pregunta en el taxi, jugando con los mechones que me desordena el aire que entra por la ventana abierta.

—Saldrá a bailar con sus amigos. Estamos invitados, supongo.

—Si tienes problemas en el trabajo, podemos quedarnos y ver una película. Así descansas y el lunes arreglas todo.

—Creo que será lo mejor —digo con un suspiro cansado. Me siento horrible mintiéndole a Gabriel.

Sin embargo, trato de poner una sonrisa para Cata. Nadie adora sus cumpleaños como ella y una hora después, estamos bromeando sobre cuántos años de vida le quedan.

—Le doy tres años —dice Miguel, uno de sus mejores amigos—, nadie puede ser tan inteligente y bonita sin pagar las consecuencias.

Mientras todos estallamos en carcajadas, Gabriel se inclina sobre mí:

—Entonces debo estar asustado de perderte pronto —susurra en mi oído—. No te doy ni tres meses.

—¿Gracias por desear mi muerte? —Murmuro en tono irónico.

Cuando llega el momento, Gabriel da la voz de inicio para el Cumpleaños Feliz y todos lo siguen animadísimos.

Al final, él alza la torta para que mi hermana no se "rompa el cuello tratando de soplar la vela". Toda mi familia se ríe con eso porque el último cumpleaños Catalina resbaló por agacharse demasiado y se auto-torteó en la cara. Incluso después de veintiocho años en la familia, todavía tenemos una casa solo apta para gente pequeña.

Cuando las luces vuelven a encenderse, Catalina se abalanza sobre Gabriel y lo abraza con fuerza.

—Eres el mejor cuñado del mundo —exclama, antes de dejarlo ir.

—Hago lo que puedo.

—Claro que no, te sale natural ser siempre el mejor —intento refutar.

18 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora