Domingo, 9 de noviembre
09:36 a.m.
—Buen día, preciosa.
Ver a Gabriel sentado en medio de la mesa como si fuera parte de la familia, hace que mi corazón se agite de formas muy raras en mi pecho.
A mis padres no les importa moverse en pijama a su alrededor y Catalina ni siquiera se ha peinado.
—Estás despierta —digo sorprendida, ante mi hermana.
—No puedo creer que tengas un novio que viene a traerte dulces un domingo por la mañana y prefieras notar que estoy despierta —exclama Cata—. Gabo, si la dejas, yo estaría completamente haciendo fila para ti y sí te daría las gracias.
Tomo asiento al lado de Gabriel y le doy un beso en la mejilla.
—Gracias —susurro mientras él no para de reírse por el comentario de Cata.
—Tienes que decirme en qué pastelería compras estas cosas, muchacho —reclama papá como por millonésima vez—, están demasiado buenas.
—Si se lo digo, ya no tendrá sentido —explica Gabriel con paciencia.
—Pero es que comerlos solo una vez al mes no es suficiente, estoy con síndrome de abstinencia por tu culpa. Lu, amenázalo por mí.
Resulta gracioso que mi padre (una cabeza más alto que Gabo) me esté pidiendo a mí (con mi pijama de conejitos) que amenace a alguien.
—Gabriel tiene sus motivos —digo solemnemente.
Por "motivos" quiero decir que los bocaditos los hace él y tuvo que inventar la historia de la pastelería porque papá lo miró con desconfianza la primera vez que los trajo.
—Como que si alguna vez intenta negarme la mano de Lu, puedo chantajearlo con decirle el nombre de la pastelería —bromea Gabriel.
Papá se atraganta escandalosamente y mamá suelta una sonora carcajada.
—¿Estás bien?
—¿Vas a pedirme la mano de Lu? —Lanza papá.
Mamá, Cata y yo estallamos en más risas, y finalmente Gabriel también se nos une.
—Todavía no se lo he pedido ni siquiera a ella, señor. Era una broma.
Papá alcanza la canasta de pan, pero en lugar de sacar más comida, saca la invitación de la que me había olvidado.
—Sus amigos ya están pensando en matrimonio —señala, lanzándole la invitación a Gabriel.
—Papá, es solo una boda —digo quitándole la invitación a Gabo y regresándola a su sitio bajo la panera—, sé que te mueres por librarte de mí pero no seas tan sutil.
Eso aligera muchísimo la tensión en el ambiente.
—Y si quiere una boda, yo le aconsejaría que mejor vigile a Miguel, el amigo de Cata. En cualquier momento va a sacarle un anillo, ayer no podía ni dejar de mirarla.
Cata se pone completamente roja y todos se olvidan de cualquier cosa relacionada con "la boda de Lu y Gabriel".
Todos, excepto Gabriel, por supuesto. Media hora después, estamos tumbados en la sala, mirando una película familiar repetida.
—¿Te casarías conmigo? —Murmura mientras me arregla los mechones desordenados.
—Necesitas un anillo para hacer esa pregunta.
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18 días
Fiksi RemajaCuando a Lucía le llega la invitación a la boda de una amiga que se casa porque está embarazada, se da cuenta de algo: ¡que ella misma tiene un retraso! Mientras decide si debe decirle o no a Gabriel, su novio, va reviviendo un poco el pasado, don...