La charla

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Domingo, 16 de noviembre

10:11 a.m.

La experiencia te enseña que la semana antes de ir a una fiesta tienes que empezar a probarte el vestido que llevarás para verificar que todo esté bien con él, así que saco el vestido azul para asegurarme.

Me quedo petrificada frente a mi visión en el espejo. Soy un desastre, tengo que empezar la dieta ahora mismo. O bueno, quizás mañana, mamá dijo que había helado para el postre de hoy.

Me quito el vestido, horrorizada ante lo gorda que me he puesto.

12 días de retraso

No, no, me niego a creer que es por esta locura.

Quizás podría intentar con mi vestido lila...aunque ya le dije a Gabriel que comprara una corbata azul marino.

No, es imposible que me deje ver con ese vestido puesto.

Ahora que lo pienso, creo que Gabriel sí tiene una corbata lila. Y si no tiene, seguro que mi papá puede prestarle una.

El vestido lila es de corte tubo, y me asusta que sufro un poco para encajarlo en mi cuerpo. El espejo confirma mis sospechas.

¿Este vestido siempre me ha quedado tan mal?

Estoy al borde de las lágrimas cuando veo que mis caderas están forzando las costuras y se me marca toda la ropa interior.

Quizás mejoraría si me pongo una tanga.

Un novio como Gabriel merece que use encajes y babydolls todos los días, pero lo que lo hace tan perfecto es que podría ir con el conjunto de algodón blanco más simple del mundo y él igual me dirá que me veo hermosa.

El problema es que si uso lencería, me gusta que no sea en vano, pero no sé si se verá bien que nos escapemos a mitad de la fiesta para ir a nuestra propia "reunión privada".

O si nos alcanzará el tiempo.

A la mierda, compraré otro vestido. Quizás sea negro, el negro ayuda con todos los defectos: reales e imaginarios.

Y quizás deba incluir la lencería para sentirme mejor.

Estoy entrando a la etapa en la que mis padres ya no se preocupan tanto por preguntarme la hora de llegada, pero sé que no debo pasarme.

Realmente no quiero entrar con ellos en "la charla". Ya deben sospechar que con un novio de más de dos años he llegado más lejos que un beso, pero no quiero confirmar el pensamiento.

Aunque no creo que resultaran peores que la charla de mis amigas cuando intentaron hablarme del tema.

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1 año y nueve meses atrás

—¿Y ya sabes qué vas a hacer?

—Pues...¿quitarme la ropa? —Intento bromear—. Esas cosas se ven en el momento, ¿no?

—¡¿Qué?! —Las dos me miran indignadas y, por alguna razón, deseo que Susana esté aquí.

—Es broma —aclaro—, pero sé lo básico, obviamente.

—No puedo creer que no sepas nada —exclama Alicia, ignorando lo que acabo de decir—. Toda mujer debe saber estas cosas. Tienes que ayudar a que el chico encuentre tu punto G.

—¡Claro que sé sobre el punto G! —Reclamo, ofendida.

¿No ha sido acaso el Santo Grial de las revistas femeninas del siglo XXI?

18 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora