Hora De Escribir Cartas.

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Bueno, no tengo ni idea de cómo empezar una carta así que... Como sea, aquí vamos.
Erik, me dijeron (obviamente ya sabemos quién) que la mejor forma de expresar mis sentimientos puede ser mediante cartas, específicamente dirigidas a vos. Seguramente te estarás preguntando por qué a vos, qué tienes que ver vos conmigo. ¿Quieres saber la verdad?
Bueno, primero, me siento realmente estúpido haciendo esto. No sólo por el hecho de tener que escribir mis sentimientos, sino también porque muy, pero muy en el fondo, tengo la sensación de que ya lo sabes. Y estoy seguro de que si lo sabes, Charles también lo sabría, y eso me enojaría mucho ya que él fue quien me obligó a hacer esta estupidez. Bueno, no me obligó, pero entiendes.

En fin, soy tu hijo.

De acuerdo, ya lo dije, escribí, como sea. No hay ningún cambio. Todo sigue igual, en mi por supuesto. No me siento ni mejor, ni peor. Todavía tengo este vacío, este sentimiento de inseguridad, de culpa; de que hay algo mal conmigo. Todas estas sensaciones, sentimientos o como quieras llamarlo, siempre estuvieron en mí, comiéndome poco a poco.
He sabido qué eras en mi vida, pero nunca quién. ¿Entiendes lo qué quiero decir? Eres mi padre, pero eso no significa que lo seas; es un "título" que debe ganarse.
Los últimos 10 años han sido un gran martirio para mí, aún más que antes de conocerte. Me desvíe del camino, incluso más de lo que sabía que haría. Porque no, nunca he sido un buen chico; al menos no uno de esos chicos que hacen todo lo que los adultos dicen, cumplen con sus obligaciones, van a clases y no se meten en problemas, al menos no más de en los que un niño normalmente se metería. No. Yo siempre fui un rebelde. Cuando era más joven me metía en muchos apuros, hacía renegar a mi mamá demasiado y nunca supe como mantener mi boca cerrada (por supuesto, con el tiempo, esto último dejó de importarme y ahora es lo que más me mete en líos). Siempre metiéndome en peleas (aquí, entre vos y yo, pelear me encantaba); llegaba de la escuela -porque sí, hasta cierto punto acudí a ella-, con moretones en el rostro y cuerpo, algunas veces la cosa se ponía un poco más seria y tenía algunos cortes. El día que descubrí mis poderes estaba en una pelea. Ese día, fue cuando admití que había algo mal conmigo, pero no por mi mutación, sigo por algo más. Por esas ansias de pelear, de creer - o más bien sentir - que lo único que podía opacar el sentirme tan vacío, tan solo y con un gran enojo en mí, era golpear lo que sea que pudiera ser golpeado. Con el paso de los años, empecé a hacer ese sentimiento a un costado, comencé a hacer lo que quería (no sé si sabías, pero soy cleptómano), como robar cosas (¿ves?), incluso llegue a terminar en la cárcel un par de veces (no me enorgullezco de eso, pero no por lo que crees -me atraparon-).  El punto acá es que, bueno, en realidad ni siquiera sé cual es el maldito punto de toda esta mierda. Solo sé que se supone que tengo que escribir lo que siento, y eso es un problema. Nunca siento más haya de tristeza, enojo, frustración, soledad... Puedo contar con los dedos de mis manos las veces en las que he sido realmente feliz; lastima que eso jamás me dure.

Necesito aclarar algo antes de terminar con esta carta porque sí, supongo que escribiré otras. No quiero decirte que soy tu hijo para que tengamos una relación padre/hijo, no. No me interesa. Puede ser que sí cuando era más joven, pero ya no. Crecí, madure lo más que pude y me di cuenta de que la única razón por la que quiero decírtelo, es porque siento que podría hacer un cambio en mi, creo que liberarme de todo esto podría ayudarme. Tal vez me equivoque y todo siga estando igual, no lo sé.
Solo era esa pequeña aclaración.

Peter Maximoff.

Una vez que terminó de escribir, dobló el papel en dos y lo guardó en un sobre que encontró por ahí. Luego guardó el mismo en el cajón del escritorio en su cuarto.
Se había bañado, tal y como dijo que haría, y cuando iba directo a su cama para poder dormir lo más que su hiperactiva mente (y cuerpo) le permitiera, sus ojos se toparon con el papel y lápiz que había dejado esa mañana al intentar escribir algo. Después de dudar unos momentos, se decidió a intentar otra vez. Al final, le había salido más larga de lo que creyó sería.
Pensó que el profesor estaría muy contento al enterarse de que por fin había hecho lo que le pidió.
Y con eso en mente, se durmió.

Cartas Para Papá // Peter MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora