Escape.

708 43 19
                                    

No sé que es lo que esperaba, honestamente. Pensó que ella estaría a su lado hasta el final.

¿Por qué fui tan estúpido?

¿Por qué, por qué, por qué?

Sabía que, tarde o temprano, su pasado, aquel que con tanto esmero intentó ocultar de su madre, volvería para darle caza. Pero jamás imaginó que a quien terminarían cazando sería a su pobre madre. Pensó, que al mantenerla en la ignorancia, estaría a salvo. No pudo haberse equivocado peor.

************

Había sido un día relativamente tranquilo; había pasado la mayor parte de este junto a Ororo y Jean, y, sorpresivamente, nadie hizo ningún comentario malintencionado ni lo molestó. Todo estaba bien. Hasta que esa tarde, un viejo amigo apareció a las puertas de la mansión, deseando hablar con el velocista.

En cuanto Peter entró a la oficina de Charles, y se encontré cara a cara con Remy LeBeau, su sonrisa se esfumó automáticamente. No es que no deseara ver a su viejo amigo de andadas, pero si él estaba ahí, entonces debían ser malas noticias.

- LeBeau -le saludó.

- Maximoff -le devolvió el saludo el castaño.

Para suerte de ambos, la habitación se encontraba a su disposición, sin Charles ni nadie molestándolos. El mutante lo sacó de sus pensamientos al acercarse unos pasos, su mirada fija en el chico de cabellos blancos.

- ¿Cómo has estado, ami*? -Peter bufó.

- Déjate de tonterías, Gambito -el nombrado sonrió mientras se acercaba aún más; Peter se cruzó de brazos, mirándolo directo a los ojos-. ¿Qué estas haciendo aquí?

- ¿Acaso uno ya no puede visitar a sus viejos amigos? -el menor iba a responder, pero Remy continuó- O, ¿es que ahora que vives aquí, en una mansión, y con los X-Men, ya te has olvidado de aquellos que han estado desde antes?

- ¡Por Dios, Remy! Sigues igual de dramático que siempre.

El nombrado río bajito, y cuando levantó su rostro, sus miradas volvieron a encontrarse. El ladrón tenía una diminuta sonrisa en su rostro, melancólica, casi triste.

- Traigo malas noticias para ti, mi querido amigo -como si fuera posible, el menor se tenso aún más; pero no dijo nada, esperando por las palabras que el castaño tenía para él-. Es sobre tu madre.

- ¿Qué le pasó a mi mamá, LeBeau? - preguntó rápidamente-. Remy, contéstame.

- ¿Te acuerdas, de ese robo, que hicimos hace unos años? Tú tenías unos 20 años, y...

- Al jefe de la mafia rusa -respondió Peter automáticamente-. Hicimos el trabajo para tu jefe. Sí, lo recuerdo. ¿Pero qué...? -entonces, irónicamente, su mente comenzó a trabajar con rapidez, haciendo que infinitos escenarios sobre lo que pudo haber pasado desfilaran por su imaginación. Sintió una presión en su pecho, el miedo acumulándose en su interior, cuando todos los posibles finales terminaban de la misma manera-. No -dijo-. No puede ser. No puede ser. Remy... -pero Remy no lo dejó terminar; puso sus manos sobre los hombros del mutante, mirándolo directamente a esos orbes repletos de angustia y miedo, antes de soltar aquellas palabras que terminarían por romperlo.

- Encontramos su cuerpo ayer en la noche. Ellos dejaron esto -le mostró una imagen de un símbolo: era un dragón escupiendo fuego, espadas caídas a su rededor-. Muchos de los nuestros fueron asesinados también... Y una de las pistas que teníamos nos llevó hasta su casa. Al parecer...

- No.

- ¿Peter?

Pero Peter ya no lo escuchaba. Peter ya no escuchaba nada. Nada que no fuera el fuerte sonido de su corazón latiendo en su pecho, el estruendoso pitido que parecía salir de sus oídos. De repente, una insoportable culpa lo invadió, haciendo que el aire no llegara a sus pulmones; sus manos comenzaron a sudar y la visión se le nublo a causa de las lágrimas.

Cartas Para Papá // Peter MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora