Cobardía, egoísmo y tercera carta.

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Durante mucho tiempo, cuando Peter era pequeño, se preguntó porque la gente no lo quería; porque se alejaban de él. Llegó a la conclusión de que se debía a ser un mutante, a ser diferente al resto de sus compañeritos de clase. Y debido a esos momentos de soledad y desasosiego, el peliplateado comprendió, a tan corta edad, que el mundo era un lugar habitado por personas crueles y egoístas, pretendiendo preocuparse por los demás cuando en realidad solo lo hacían por obligación; otros tenían la decencia de no aparentar y demostrar su maldad mediante sus actos y palabras. Peter había entendido que alguien tan inocente y bueno jamás sobreviviría intacto en un mundo donde las personas pelean unas contra otras para obtener lo que quieren; entendió la cruel realidad de que en la vida es hacer o dejar que te hagan, o lastimas o te lastiman; alguien bueno y honesto no sale vivo ni completo de un mundo de mentirosos y corruptos.

Lo mismo pasa con la justicia; Peter jamás creyó que la muerte deba ser considerada como un castigo implantado por tal virtud. ¿Dónde está la "justicia" en darle muerte a esa persona que tanto te ha arrebatado, dejar que deje este mundo de una vez por todas cuando las personas dañadas por sus acciones deben permanecer en el mundo de los vivos, sufriendo el dolor y la agonía que nos causaron? ¿Acaso nos traerá algo de paz, o, tal vez, aquello que se ha perdido? Pues no. La gente que escuchaba a Peter hablar de esta forma, creían que era un chico demasiado benevolente, demasiado bondadoso; él quería reírse en sus caras. No pensaba así porque era demasiado bueno y amable y todas esas cursilerías, él pensaba así porque definitivamente no iba a darle un final a la persona que lo ha hecho sufrir. ¿Ese lema "ojo por ojo, diente por diente"? Esa era la razón por la que Peter tenía dichos pensamientos. Creía en el castigo, y la muerte no era un castigo, era una salida. Una salida que haría a esas personas que lo han hecho sufrir, escapar del dolor y la agonía que sus manos deseosas querían impartir en ellos. Una salida que haría que ellos desaparecieran por siempre, mientras que él, debía de quedarse aún, sufriendo. Ellos estarían muertos, y se reirían de él en sus tumbas o desde el lugar donde sus cuerpos descansen, porque ellos ya se libraron de todo eso, ya no habrá dolor para los perpetradores, sino para Peter. Para aquellas personas que han sido lastimadas de una forma u otra. Sí. Peter tenía una visión de justicia bastante radical. Y su madre se lo había recalcado una vez.

Recuerda que ese día, tenía tan solo12 años, y había roto el brazo de un compañero a propósito por haberse burlado de su madre por estar sola, diciendo que había sido su culpa que su padre los abandonara. A él hace tiempo que le había dejado de importar lo que los demás digan sobre su persona, pero jamás toleraría que hablaran de esa forma de su madre. Ella solía decirle que era igualito a su padre, pero ese día había llegado a un tipo de límite. No quería que su hijo fuera por ahí lastimando a otros solo porque hablen mal de ella o suyo; pero de todas formas no pudo evitar que las cosas fueran difíciles.

Y ese día, recostado en su cama, con la mirada fija en el techo, se dijo a sí mismo que había muchas razones por las que las cosas le salían tan mal. Se dijo a sí mismo, que en realidad si existía algo malo con él; y todas esas veces que deseó no ser como él, enterrando las palabras de su madre en lo más profundo de su mente, no fueron más que un mecanismo usado por su subconsciente para no sentir la culpa que sus acciones le causaban, para no sentir miedo de sí mismo. Vio lo autodestructivo, destructivo y egoísta que podía llegar a ser sin siquiera darse cuenta. Y tal vez, ahí recaía la mayor parte del problema, además del miedo a ser rechazado una vez más. Toda su vida vivió en negación, no queriendo aceptar que se estaba convirtiendo en su padre, sino en alguien peor tal vez, y quizás, y en lo más profundo de su corazón, sabía que eso estaba mal, pero no quería evitarlo. Sentía un malvado placer al hacer sufrir a otros, y eso era lo que más le aterraba. Quería creer que el sentir miedo de sus propias acciones y reacciones a estas demostraba que todavía no estaba del todo perdido. Quizás, decirle a Erik que estaban relacionados sanguíneamente, sería como, finalmente, aceptar que es su hijo, que es como él. Sería decir que ya no hay vuelta atrás, que ya todo estaba perdido, sin esperanza.

O... quizá, podría ser un nuevo comienzo. Algo para comenzar a sanar y redimirse. Aunque, ¿podría hacerlo? ¿Podría comenzar nuevamente desde donde estaba y liberar su alma y corazón de todo sentimiento malo, de toda impureza que él mismo se había implantado? No estaba seguro, pero tampoco estaba seguro de lo que tendría que hacer.

Se levantó de donde estaba, dirigiéndose a la mesa en la habitación. Tomó la lapicera y el cuaderno que usaba para escribir las cartas, y dejó que sus manos escribieran las palabras que en ese momento flotaban en su mente, tan rápidas y fluidas como el agua que cae de la cascada.

Honestamente, ya no sé nada. Mi mente y corazón no habían estado entre tanta confusión desde hace mucho, mucho tiempo. Y este sentimiento que aprieta mi pecho, haciendo que el aire quiera dejar mis pulmones, que mis manos suden, el terror a las consecuencias y mis actos aparezca, y que mi corazón lata tan rápido como mis piernas... el arrepentimiento y la culpa golpeándome como si un rayo hubiera caído sobre mí, dejándome atontado y temeroso de lo que pueda llegar a pasar. De lo que pueda llegar a ser de mí. ¿Alguna vez te has sentido así? ¿Cómo si el aire luchara por abandonarte, y tus entrañas estuvieran en una eterna batalla donde no puedes hacer más que esperar -y rogar- a que se detengan? Si es así, entonces entiendes como me siento. Aunque pensándolo bien ¿Quién no ha sentido culpa alguna vez en su vida? Es tan... molesto. Doloroso, también. Me siento como un monstruo, y no quiero que sea así. Sé que siempre termino fallándole a las personas que me importan, la mayoría de las veces no me doy cuenta, otras, ya no me interesa.
Quisiera poder ser mejor, ¿sabes? Quisiera no tener que hacer sufrir a aquellos que por alguna extraña razón se han quedado a mi lado. Me pregunto porqué. Porqué lo hacen. También me pregunto porque debe pasar todo lo que nos pasa. Una vez le hice esa pregunta a mi maestra de quinto, y ella dijo que muchas veces, todo es obra del destino. No me le reí en la cara porque ya había hecho renegar a mi mamá demasiado y no quería que volvieran a llamarla. Pero, ¿en serio? ¿El destino? ¿Qué puta mierda es eso del destino? Me parecía increíble (y no en el buen sentido) que las personas crean en una fuerza más poderosa y grande que nosotros, algo que ya tiene decidido qué, cómo y dónde pasara nuestra vida. Es estúpido. Ninguna cosa invisible creada por el hombre para no hacerse cargo de sus sentimientos y acciones, para no sentirse mal consigo mismos por no lograr lo que quieren o por las cosas malas que pasan en este miserable mundo me dirá como debo vivir mi maldita vida. Soy más que consciente, ahora más que cuando era un niño obviamente, que todo lo que pasa en nuestra vida es el producto de nuestras acciones o de acciones que se conectan con las de otras personas, allegadas o no. Ya sean cosas buenas o malas, todo sucede por lo que nuestra mente nos dicta realizar, o que hacemos sin darnos cuenta. Nada sucede porque sí, sino porque nuestra forma de ser lo permite. Así que ahora puedo ver, que todo cuanto me ha sucedido hasta ahora es porque yo fui lo suficientemente cobarde e imbécil como para dejar que pasaran, y tal vez, ya no haya forma de redimir mis actos pasados. Pero tengo la esperanza de que pueda empezar otra vez; intentar, de a poco, ir dejando mi crueldad atrás, al igual que mi cobardía. Comenzar a vivir como se supone que debo hacerlo; como las personas que todavía me aman se merecen que viva. Por ellos, por mí... quizás, el primer paso para realizar eso, sea decirte que eres mi padre. Sea dejar de esconderme de estos sentimientos egoístas y cobardes y de una vez por todas terminar con este circo que se ha ido creando a costa de nuestra vida.
Quizás ya sea hora de dejar de esconderme de mí mismo, aceptar las cosas que he hecho, lo que soy en realidad, mostrar al verdadero yo... y luego, comenzar a forjar uno nuevo. Uno mejor. Y no quiero que suene como si estoy resentido, porque ya no es así, pero la verdad es que ya no importa si estás aquí para verlo o no.

Soo, aquí está. Corto pero bueno, fue lo mejor que se me ocurrió.

Lo gracioso es que ya lo tenía hecho desde hace un par de días más o menos pero me había olvidado de subirlo, so sorry 😊

Espero les guste;

Byeeee.

Cartas Para Papá // Peter MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora