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Me tiré sobre mi cama a mirar el techo como de costumbre, JunMyeon y su propuesta todavía estaban en mi cabeza rondando. Me sentía culpable por todo, por haberlo visto llorar. Detestaba por sobre todas las cosas del mundo que alguien llorara por mí, todavía podía ver sus ojos llorosos bajo el farol de la cuadra y el vaho saliendo de sus labios por cada suspiro desalentador.
JunMyeon me había pedido volver y no le había dicho ni sí, ni no, pesaban todavía los recuerdos de nuestra relación y me daba demasiada pena tener que olvidar aquello, era normal, ese era el proceso que debía pasar para luego volver a ser feliz.
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No contesté sus mensajes en toda la noche y sinceramente me sentí con menos peso encima, JunMyeon estaba hundido en la depresión y estaba segura que no tardaría en buscarme.
Volví al instituto para el examen esa tarde, había estado realmente ocupada realizando un sinfín de papeles en la universidad. Las prácticas pre profesionales me tenían copada hasta el cuello, además de que la burocracia me tenía estresada. Un solo papel podía rotar los mil escritorios de miles de cargos de la universidad, ni siquiera entendía porque había tantas personas en una sola oficina.
Hacer cola a la mitad del verano tampoco era precisamente algo agradable, el sol me llenaba de energías pero viéndolo desde mi ventana bajo la sombra, no bajo los potentes rayos de este y quemándome la piel.
Por suerte ya era de noche y solo tendría que pedir mi examen para responderlo rápido e irme de ahí sin mucho, fue en ese momento que luego de oír cierta voz recordé lo que había ocurrido un día anterior.
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