Capitulo 4

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Dedicado a:  MickeyftJos










En el trayecto que el taxi recorría, Alonso admiraba esas calles de Nueva York, esas calles tan iluminadas en la noche y pintorescas en el día.

—¿Donde vives Alonso? —la voz del pelinegro sacó a Alonso del trance en el que había entrado.

—Oh...uhmm ¿donde vives tú?

—Te pregunté primero —Alonso le dictó la dirección al taxista y él asintió.

—¿No quieres ir a tu casa primero? Puedo regresar solo —ofreció Alonso.

—Bien hecho niño grande. No, estoy bien, me queda de paso tu dirección.

Alonso miró hacia el frente, pero no pudo evitar poner atención a su vista frontal. Notó que Jos lo miraba, con una sonrisa bien puesta.

Alonso se removió incómodo en su lugar.

—No estés nervioso —el ojimiel tocó el muslo de el rubio, provocando que las palabras anteriormente dichas, no tuvieran sentido, Alonso se derritió.

—No estoy nervioso —Alonso frunció el ceño indignado— ¿Porque lo dices?

—Lenguaje corporal, mueves tus piernas, tu boca, tus ojos, masajeas tus manos...

—Okey suficiente. Sólo deja de mirarme —Jos alzó una ceja, movió la cabeza de lado.

—¿Porque te molesta? —su voz era tan tranquila, Alonso se preguntaba porque él le inspiraba tanta confianza y tranquilidad. Pero los nervios no desaparecían

—No me molesta sólo...

—Te pone nervioso —el rubio suspiró molesto y Jos rió bajito.

—No estoy nervioso —dijo entre dientes.

El taxi llegó a su destino, Alonso no quería bajarse. A pesar de su nerviosismo al estar con Jos, le agradaba bastante su compañía.

—Gracias, supongo —agradeció el de ojos azules.

—De nada, supongo —correspondió Jos.

Alonso se preguntó si esa sonrisa era natural o forzada, pues siempre se notaba en su rostro.

Alonso llegó al umbral de la entrada de su edificio.

Pero cuando miró, el taxi ya no estaba ahí, y Jos tampoco.

Cuando volvió a localizar el taxi, se dió cuenta de que su casa no quedaba de paso, pues el taxista se dió la vuelta en sentido contrario al que venían.

Jos le mintió, Jos ahora sabe dónde vive Alonso. Y Alonso no podía estar más feliz por eso.

• • •

El jueves por la tarde, Alonso descansaba de trabajar, al igual que los domingos. Y decidió pasarla en su sillón, con una taza de chocolate caliente en compañía de su mejor amiga, Emily.

Ambos han sido mejores amigos desde el bachillerato, y tuvieron la genial idea de rentar departamentos a la par.

Así es, la puerta de Emily está en frente de la de Alonso.

En el televisor de Alonso se reproducía una de sus películas favoritas. Harry Potter cuatro para ser específicos.

La ojiverde estaba acostada en el regazo del rubio, sus ojos pesaron y no tardaron en cerrarse.

Alonso, al notarlo, decidió ponerle pausa a la película y cargar a Emily hasta su habitación. La recostó en su cama y la tapó con una sábana por encima​ de las normales, Alonso la observó por algunos segundos.

Hace algún tiempo Alonso dudaba bastante sobre su atracción hacia los hombres, es decir, él, en algún momento de su vida se llegó a considerar heterosexual, pues cuando se está demasiado tiempo con una persona, como es el caso de Emily y Alonso, puede llegar a haber dudas sobre si es una relación de amistad o noviazgo.

Emily definitivamente creía que Alonso era muy atractivo y viceversa.

Entre Emily y Alonso no había secretos...

A excepción de uno. El único secreto que Alonso no dejaba escaparle a su mejor amiga y algo que probablemente estaba muy mal.

Emily no sabía que Alonso era gay.

Ella tampoco sabía lo difícil que era para Alonso ocultarselo, o sea, es su mejor amiga, no puedes ocultarle algo así a tu mejor amiga, o eso es lo que Alonso creía. Pero aún así, la única persona que lo sabía era Alan y ni siquiera sabía porque, es decir, lo conoció en su cafetería, era un cliente constante.

«Supongo que hay personas que tienen cierta chispa, personas a las que puedes confiarles algunas cosas que no le confiarías a otras, y Alan es una de esas personas» pensaba Alonso.

Y Alan no lo criticaba, Alan lo aceptaba tal como era. Algo que temía que Emily fuera a omitir si llegase a enterar de su gran secreto de Alonso.

—Oh Alonso, ¿Me quedé dormida? —Alonso negó riendo— ¿Que hacías aquí? ¿me estabas viendo dormir? —la chica tapó su cara con las sábanas.

Alonso sonreía, pero su su sonrisa desapareció cuando se dió cuenta de que era lo que la provocaba. Más bien, quién.

—Puedes quedarte, yo iré a...afuera —avisó Alonso.

—¿A hacer qué?

—Cosas.

Por alguna extraña razón, Alonso se dirigió al metro que quedaba a dos cuadras de su casa.

Ahí miró la hora de su reloj en su muñeca e ingresó en el primer vagón del tren.

Avanzó hacia la parte posterior, revisando vagón por vagón, pero sin encontrar lo que estaba buscando.

El chico pelinegro no se encontraba ahí, Alonso no sabía porque lo estaba buscando, es decir ¿que hubiera hecho si lo encontraba? Muy seguramente regresar a su departamento con su mejor amiga, pero Alonso estaba pensando más bien en la posibilidad de encontrar a Jos y establecer una conversación con él. Así de simplemente.

Alonso no quería hacer otra cosa, no se imaginaba algo más que poder hacer con Jos, por el momento.

Alonso ansiaba escuchar la voz de Jos.

Quizá demasiado.

—¿Rubio? ¿Que haces tú aquí?










900 palabras según guatpad.
Perdonen ustedes la ausencia

Pero, Pera ha regresado. No me odien.

No olvides comentar.

Quejas y sugerencias al:  01800


Bueno me despido. Si quieres dedicación, en los comentarios.

Gracias por leer.


🌻

Subway; j.v. editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora