Capítulo 20

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El aire entraba y salía de la nariz del pelinegro provocando que fuera lo único que se escuchaba en aquella habitación.

Dos parpadeos y sus ojos color miel se abrieron, siendo molestados por la luz del día, veía todo borroso así que talló sus ojos lubricandolos y haciendo lo que una persona normal hace al despertar.

Al girar su cabeza hacia la izquierda observó una silueta, que él hubiera jurado, pintada por el mismo Da Vinci, su novio se encontraba admirandose en aquél espejo ubicado en una esquina de su habitación, sólo con ropa interior, se miraba de todos los ángulos posibles, verificando cualquier cosa que se pudiera considerar imperfección, y es que, al parecer de Jos, no existía ninguna.

—¿Admirando el arte? —preguntó con voz ronca el mayor. Alonso dejó de hacer lo que hacía y colocó su remera.

—Hasta que te amaneció, duermes como un...

—¿Ángel?

—Oso —Canela rió.

—¿A dónde fuiste anoche? —la respiración de Villalpando se paró.

—¿Porqué lo dices?

—Te escuché bajar las escaleras.

—Oh, sólo por un vaso de agua —susurró el mentiroso rubio.

—¿Por dos horas? No nací ayer —a pesar de las palabras, Jos no estaba enojado ni desconcertado, simplemente tenía curiosidad.

Alonso tragó saliva y sonrió.

—Tuve que arreglar un asunto con alguien, nada grave —se notaba a leguas que Villalpando no quería hablar de asunto, por lo que Jos lo dejó pasar por algo sin importancia.

El pelinegro se dió una buena ducha y vistió. El día comenzó soleado pero poco a poco se fué nublando.

Cuándo bajó a la sala escuchó murmullos entre su hermana y su novio, algo claramente extraño.

—Gracias por hacer ésto, de verdad.

—No agradezcas, también lo hago por Jos —al escuchar su nombre salir de la boca de su hermana, el ojimiel se hizo notar haciendo una aparición en la cocina.

—Justo a tiempo, ya puedes servirte, está listo el desayuno —informó Fernanda, para irse posteriormente.

Alonso agachó la cabeza incómodo, ni siquiera lo miró. Algo no andaba nada bien.

Jos tomó un plato de porcelana, se sirvió dos hot cakes y les puso miel.

—¿Qué te ocurre? — preguntó Canela al fin.

—Nada.

—¿Porque estás nervioso?

—¿Porque lo dices?

—Lenguaje corporal, masajeas tus manos, tus ojos se mueven mucho y tu respiración está agitada.

—Acordamos que no ibas a intentar analizarme.

—¿Sí? ¿Y cuando?

—El día del taxi —Jos recordó aquél día en que ese par se montó en un taxi, Jos lo había manipulado todo.

Jos dejó su plato a un lado y fué hacia su novio, se colocó detrás de él y luego puso sus manos en la pequeña cintura de Alonso, besó su mejilla en un gesto de ternura y susurró a su oído:

—¿Qué ocurre? —la boca de Villalpando tembló.

—Te-tengo que decirte algo... —Jos apretó a Alonso— ayer Emily me llamó y...ella estaba muy ebria, no podía dejar que estuviera ahí sola, así que fuí por ella a un bar cerca y cuando...

Subway; j.v. editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora