Sábado, 8:18 a.m.
Richard apoyó la cabeza en la mano, contemplando a Samantha mientras dormía. Se sentía como si la pasada noche le hubiesen propinado una coz en la mandíbula, pero al menos había cumplido con sus deberes masculinos y había cumplido su promesa de practicar sexo con ella durante toda la noche.
Alargó la mano y le colocó un mechón de pelo por detrás de la oreja. Había esperado como mínimo un interrogatorio la primera vez que Samantha le pusiera la vista encima a Patricia, aunque la peor situación que se le ocurría venía acompañada de injuriosos insultos y una pelea a puñetazos. Pero se había encontrado cara a cara con Patricia y no había dicho una sola palabra. De hecho se había mostrado reservada y un poco distante durante toda la velada. ¿Qué significado tenía aquello?
Era evidente que el entusiasmo de Samantha se había desvanecido a su regreso a casa. Pero ni siquiera entonces le había hecho una sola pregunta sobre la presencia de Patricia o un solo comentario acerca de que hubiera invitado a desayunar a su ex mujer al día siguiente. Y aquello le preocupaba.
Sus ojos verdes se abrieron pausadamente, inmediatamente despierta y alerta.
—Buenos días —farfulló, frotando la cara en la almohada.
—Buenos días. ¿Por qué pareces tan inocente cuando duermes?
Ella sonrió perezosamente, poniéndose de espaldas y alzando la mano para tocarle la mejilla.
—Me estoy privando para poder ser ladina más tarde sin que lo parezca.
—Lo haces muy bien, si me permites que lo diga.
—Gracias.
Estudió su rostro durante un momento mientras él se mantenía inmóvil y dejaba que le mirase. «Honestidad y confianza.» Dos cosas que jamás hubiera creído hallar en una ladrona, y las dos cosas que más valoraba de ella. Y necesitaba dar con un modo de demostrarle que sí confiaba en ella.
—¿Qué?
—¿Te parece bien que venga de visita Patricia?
Sam había estado precisamente pensando en ello.
—Resulta un poco extraño.
Samantha apartó las sábanas y se puso en pie, desnuda, suave y preciosa como la luz del día.
—Seguro que sí.
—Tan sólo diré que hagas lo que tengas que hacer, Rick. Remarco el «tú». Es ella quien iba follando por ahí. No tienes por qué sentirte culpable por nada.
—Hum —respondió, levantándose por su lado de la cama y echando mano a una bata—. ¿Has detectado todos esos problemas en el horizonte simplemente por un saludo y un apretón de manos?
—Ella es realmente problemática. —Sam le lanzó una sonrisa mientras se dirigía al baño—. Pero también lo soy yo.
—Sí, lo eres. Debo decir que desayunar con las dos va a ser muy interesante.
Ella se detuvo en la entrada.
—Yo no estaré. Tengo que hablar con Stoney y ver si alguien me ha mandado un curriculum al fax. Y tengo que prepararme para una reunión.
—Kunz te ha conmovido de veras, ¿verdad?
—Sí, pero no me marcho por eso. Si Patricia tiene algo que decirte, no querrá que esté por aquí. —Se apoyó contra el marco de la puerta—. Estás siendo muy comprensivo.
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No bajes la vista - S.E
RomanceSamantha Jellicoe ha decidido dejar su vida delictiva y montar una agencia de seguridad. ¡Quién mejor para proteger a sus clientes que una ex ladrona de guante blanco! Richard Addison, el atractivo millonario con el que ahora comparte su vida y su c...