Capítulo 21

4 1 0
                                    


Lunes, 2:57 p.m.

Richard estaba a un paso de marcar un tanto cuando escuchó el disparo. Dando la vuelta de golpe, miró hacia la mesa de Samantha. Estaba vacía. El corazón le dio un vuelco. Espoleando a Tim en los costados, se dirigió hacia el margen del campo.

—¡Cuidado, Rick! —gritó Bob Neggers, uno de sus contrincantes.

Giró bruscamente la cabeza a un lado justo a tiempo para recibir el golpe de un mazo en el hombro en lugar de en la nuca. Aquello le desequilibró, y se agarró a la perilla de la silla para evitar caer al suelo. Cuando se enderezó, maldiciendo, Daniel se encontraba en la banda del campo y se dirigía a los establos.

Richard hizo que Tim cargara tras ellos. Los espectadores echaron a correr y los paparazzi se dispersaron cuando Daniel pasó al galope por entre ellos con Rick pisándole los talones.

—¡Sam!

Samantha se arrojó a un lado y rodó bajo el oscilante mazo al tiempo que Richard gritaba para advertirla. Rick dispuso de un fugaz momento surrealista para reparar en que ella mostraba un aspecto elegante incluso ataviada con un vestido cubierto de barro. Daniel tiró de su caballo para hacerle girar y volvió a por ella. La policía gritó, apuntando las pistolas hacia Kunz, pero con la prensa grabando por todas partes, no era probable que fueran a disparar.

Lo que significaba que era responsabilidad suya.

—Me parece que no —gruñó Richard cuando Daniel y su montura giraron para ir en persecución de Samantha. Hizo que Tim saliera en tropel a por el otro caballo y jinete. El mazo osciló una vez más hacia su cabeza, pero esta vez lo vio venir y se agachó.

Richard espoleó de nuevo a Tim, impidiéndole a Daniel que persiguiera a Samantha. No obstante, no cabía duda de que empujar y bloquear no iba a ser suficiente.

Agitó su propio mazo, impactando a Daniel en el muslo. El mango de madera grujió y se astilló. Enfadado, lo arrojó al suelo y saltó. Golpeó a Daniel en las costillas, y ambos se estrellaron contra el suelo. Mientras Daniel se ponía en pie, Richard arremetió de nuevo y le golpeó con fuerza en el pecho, lanzándolos a los dos otra vez al suelo.

Richard le arrebató el mazo de la mano a Daniel, luego se encontró agarrado por hombros y brazos y siendo arrastrado hacia atrás. Luchó por soltarse, furioso.

—¡Rick!

La cara de Castillo apareció enfocada delante de él. Con otra maldición, Richard se aplacó, encogiendo los hombros para sacudirse de encima lo que parecía la mitad del Cuerpo de Policía de Palm Beach.

—¡De acuerdo! ¡Está bien!

—Nosotros nos ocuparemos —prosiguió Frank, mirándole aún con recelo.

Richard no podía dedicarle más tiempo. En cambio, dio media vuelta y estuvo a punto de chocar con Samantha que se aproximaba. Gracias a Dios.

—¿Te encuentras bien? —preguntó, agarrándola de los brazos y atrayéndola hacia él.

—Estoy bien. Qué bonita cabalgada, Tex. —Alzó el brazo y acarició su mejilla con el dedo—. Pero te has hecho un corte.

—Casi se me mete una piedra en el ojo —dijo, incapaz todavía de apartar la mirada de ella, de estar seguro de que no la habían aporreado o pisoteado—. Tú también te has hecho un corte.

Sam echó un vistazo a su brazo.

—No es más que un rasguño.

«¡Dios bendito!»

No bajes la vista - S.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora