Capitulo 14

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Viernes, 8:37 a.m.

Samantha aparcó el Mustang en el club Sailfish a la orilla de Lake Worth y encontró el amarradero 38 sin problemas. Daniel la estaba esperando en el embarcadero con una cesta de picnic en la mano. Miró más allá de su hombro hacia el agua.

—Eso no es un barco —declaró, apartando a un lado el recuerdo de su sueño del tiburón de la otra mañana. Ya había cambiado el tono del móvil de LeBaron.

Él se echó a reír.

—Técnicamente, es un yate. Uno pequeño. Ten cuidado con dónde pisas —dijo, ofreciéndole la mano para ayudarla a subir a la pasarela.

Ella podía haber subido la pasarela con los ojos cerrados, pero obviamente a Daniel le gustaba alardear, de modo que aceptó su mano y saltó con delicadeza a bordo.

—¿Cómo lo llamas?

—Es «ella» —la corrigió, saltando a bordo—, se llama Destiny.

—Qué bonito. ¿Es tuyo o de la familia?

—Ahora es mío, o lo será tan pronto concluya el papeleo. Papá lo compró para mí, principalmente.

¿Era impaciencia lo que apreciaba en su voz? Esa molesta investigación por homicidio podría estar retrasando sus planes. Sam retuvo aquello en su mente.

—¿Porque compites con ellos?

—Porque gano. Como he dicho, es pequeña, pero tiene un gran motor.

—Ah. Justo como me gustan.

—Bien. —Con una encantadora sonrisa, dejó la cesta y subió la escalera hasta el pequeño puente—. ¿Puedes desatar aquella cuerda en la proa? —preguntó, señalando.

—Claro. ¿Es la parte delantera, verdad?

—Sí, es la parte delantera.

Hasta el momento, todo bien. Cuanto más ignorante pudiera ser, más podría hablar él y ser el chico grande del campus... o del yate, mejor dicho. Cuando desató la pesada cuerda automáticamente se percató de dónde se encontraban los salvavidas de cubierta y dio subrepticiamente con el pie a la caja de proa rotulada como balsa. Parecía bastante sólida. Estaba cerrada, pero eso no suponía un problema.

Ni siquiera saber dónde se encontraba todo el equipo para emergencias la hizo sentir mejor. En tierra siempre podía hallar el modo de salir en caso de problemas. En el agua tal planteamiento era mucho más complicado. Aviones o barcos; ambos le hacían sentir una fuerte desazón.

—Sube aquí —dijo Daniel cuando el yate se apartó, rugiendo, del embarcadero.

Con un profundo suspiro, Sam subió la angosta escalerilla para unirse a él.

—Qué bonito es esto —mintió, posando una mano en el panel de control para apoyarse—. ¿Con qué frecuencia sales a navegar?

—Con tanta como me es posible —le lanzó una mirada—. Rick tiene un yate aquí. ¿No sales a navegar con él?

—Nunca me lo ha pedido. Ni siquiera sé dónde está aparcado.

Daniel se rió de nuevo entre dientes.

—Amarrado, quieres decir. En realidad está justo allí.

Señaló al reluciente yate blanco amarrado a uno de los embarcaderos vecinos. Era, con mucho, el yate más grande del club, y probablemente de todo Lake Worth, haciendo que el resto de botes a su alrededor parecieran enanos. A diferencia del Destiny, éste había sido, sin duda, construido para resultar lujoso más que veloz.

No bajes la vista - S.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora