Capítulo 20

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Lunes, 1:08 p.m.

—Probablemente deberías dejar de juguetear con eso —sugirió Rick.

Samantha volvió a engancharse la grabadora al cinturón. Lo sabía todo acerca de la vigilancia en vídeo, pero tenía que ponerse al día con el seguimiento en audio. De hecho, cuando Castillo le entregó un localizador, tuvo que preguntarle cómo funcionaba.

—Es sencillo —comentó, mirándolo de nuevo.

Él lanzó el casco de polo dentro de la bolsa de deportes.

—Sí, es muy sencillo. No lo apagues accidentalmente.

—Me estoy familiarizando con ello. Pero casi desearía que se asemejara más a una grabadora. —Desenganchándolo otra vez, lo abrió para ver la mini cinta del interior—. Tiene que haber un modo de conectarlo y desconectarlo sin que parezca que me está dando una apoplejía, y sin que la policía lo sepa.

—Veamos.

Sam le entregó el aparato. Rick había estado un poco callado desde que se marcharon de la comisaría de policía, y ella sabía que estaba preocupado. Dios, hasta ella misma estaba preocupada, pero al menos no tendrían que sentarse a especular durante mucho más tiempo. Aquello tendría que solucionarse de un modo u otro esa misma tarde.

—Tengo una idea —dijo, alzando de nuevo la vista del localizador.

—¿Cuál?

—Déjalo aquí.

—Rick...

—No lo lleves. Contrataré a todos los abogados de Estados Unidos para que defiendan a Walter, y a todos los detectives privados del mundo para que encuentren algo sobre los Kunz. No te arriesgues así, Samantha.

Ella guardó silencio durante un minuto. La idea, la preocupación, que llevaba carcomiéndola desde que se había ido a vivir con él en Devon, volvió a desgarrarle las entrañas.

—Si terminan por arrestarme por todo esto, ¿qué harás? —preguntó, a pesar de que estaba convencida de no querer conocer la respuesta. Todo el mundo miraba primero por sí mismo. Era la ley primordial en el mundo de los ladrones, y en casi todo lo demás.

Rick metió un par de calcetines en la bolsa.

—No lo sé, Sam. Diría que tu presente no me preocupa tanto como tu pasado.

—Ayer allané una casa —respondió—. Eso es algo muy presente. —Y eso no era, ni mucho menos, lo único que había hecho durante la última semana, pero era más seguro asumir que él ya estaba al corriente de todo.

Los hombros de Rick se elevaron con la profundidad de la bocanada de aire e inspiró.

—No me preguntes que qué haría si el pasado te supera, porque yo... tú... —Cerró los ojos por un instante—. Tienes mi corazón. Así que no me lo arranques, ¿vale?

¡Vaya! Se acercó y le rodeó enérgicamente la cintura. Al cabo de un segundo sus brazos la estrecharon, abrazándola fuertes y seguros. Segura. Jamás se había sentido tan segura como desde que había conocido a Rick Addison. Se puso lentamente de puntillas y le besó.

—De acuerdo —susurró contra su boca.

—Y sigue sin gustarme un pelo nada de esto.

—Bueno, y yo no estoy segura de que estés a salvo montando ese caballo.

—Entiendo. Te daré algunas lecciones de equitación después de esto. No cambies de tema.

Samantha se limitó a abrazarle durante un minuto, fingiendo que se trataba de lujuria y que en realidad no estaba sacando fuerzas de su apoyo, su presencia y su fe.

No bajes la vista - S.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora