¡New Jersey

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—Señorita

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—Señorita...—Decía alguien mientras sentía algo filoso en mi hombro dando  toques, uno tras otro. —Señorita...,
—Negué todavía dormida y la escuché maldecir. Segundos después abrí un ojo y después otro. Me veía con el ceño fruncido parecía estar enojada con algo. Qué mal. —¿Puede abrocharse el cinturón de una maldita vez? —Dijo con tono bajo.

Ya en mis cinco sentidos, me acomode sobre el asiento incómodo en el que había estado con el trasero pegado por más de nueve horas y hablé

—Miré, la próxima vez que me diga algo parecido a lo que ha dicho, juro que la esperare en la salido y arrancaré todo su falso cabello ¿Me escuchó?  —Pregunté a lo último con una sonrisa de oreja a oreja.

Con un rostro pálido no dijo nada y se marchó a seguir con su trabajo.

Veinte minutos más tarde era una de las últimas en descender del avión. Me quedaba recoger mis maletas y  luego de haber esperado unos quince minutos más, pude salir del aeropuerto en busca de un taxi.

Camino a mi nuevo hogar, suspiré con tristeza, la cual me había acompañado durante la enfermedad de Lisa, mi madre.

Ella sufría de cáncer, hasta que se la llevó agonizando día a día.

La enfermedad se había detectado tarde, el tumor maligno se había desarrollado en las células mamarias, y fue invadiendo tejidos sanos de la mama, dirigiéndose hacia los ganglios linfáticos de la axila, al invadir el sistema linfático las células cancerosas adquirieron la capacidad de llegar hacia otras tantas partes del organismo, causándole la muerte a los dos meses de haberla detectada.

Pocos días después de su partida, me encontraba incrédula con sentimientos de irrealidad, rabia, de culpa excesivos, tristeza y muchísimas ganas de llorar, normal para la muerte de un familiar ¿Verdad?

Normal, la palabra en la que jamás me había sentido identificada.

A pesar de que éramos una familia grande con muchos integrantes por parte de mis padres, no hubo nadie más que mi primo Augusto para ayudarme.

Tres dias después de la muerte de mi madre, se presentó en mi casa para saber cómo me encontraba y casi que pedir disculpas de rodillas por su ausencia en el velorio.  Su estado era  deplorable por la repentina muerte de su tía Lisa.

Varios meses después me ayudó a tomar la decisión de mudarme por algún tiempo a New Jersey, con sus contactos me recomendó a una empresa que tenía un gran nivel global, y por lo que me había dicho se dedicaba a la tecnología, la cual manejaba una amplia gama de productos donde se desarrollaban ventas de 187, 000 mdd. En producción de televisores, Smartphone, Tablet, etc.

Además de que estaban posicionándose como la empresa de mayor venta de Smartphone en el mundo.

Me consiguió la oportunidad para que tuviera una entrevista y también fue él quién me ayudó a conseguir un departamento o más bien comprarlo, en la ciudad.

Obligada a prestar atención observé por la ventanilla el lugar donde iba a comenzar a mi estadía en New Jersey.

Un gran edificio de no más de 22 pisos, estaba frente a mí, tenía pinta de ser prestigioso y que había salido un ojo de la cara la estadía allí.

—Le deseo mucha suerte en esta nueva ciudad, que todo sea para bien. —Agradeció cuando aboné el viaje susurrando un agradecimiento.

Con las maletas en mano me encontre abriendo las puertas de aquél edificio.

Un hombre mayor que parecía cumplir la función de portero me recibió con una enorme sonrisa.

—Buenos días. —Saludó mientras me acercaba al mostrador. — ¿Señorita Blake, verdad? —Preguntó viendo algo en la tableta que cargaba. Asentí con una mueca de confusión, aunque sabía que Augusto estaba metido en ello.

 — ¡Oh, disculpe! No me malinterprete, el Señor McAllen dejó una foto para que la reconociera. —Sonó apenado.

—Buen día, y no hay drama, señor... —Tranquilice esperando que me dijera su nombre. Señaló en su camisa color blanca una etiqueta que decía al parecer su nombre —Josh, también es un gusto para mí. — Hablé finalmente.

—El señor McAllen dejó las llaves a su disposición del todo piso cinco.

— ¿Todo el piso cinco? —Pregunté confundida.

—Así es Señorita, todo el piso cinco. —Afirmó. Tomó unas llaves y rodeó el mostrador para salir de este.

—Permítame tomar sus maletas. —Negué, no era necesario que lo hiciera.

— ¿Segura? —Volvió a preguntar. Asentí y frunció el ceño.

—Pero...—cayó al ver mi rostro de NO insistir.

—Sígame, por favor.

Entramos al ascensor y no salimos de éste hasta llegar al piso cinco.

Al ver el corredor del piso, me sorprendí, la pinta de pijo de que tenía era verdaderamente hermoso, me mostró los tres apartamentos y todos tenían muebles y seguían siendo espaciosos pero uno me convenció más que los otros.

Y elegí el primero, el cual tenia tenía un ventanal polarizado con vista a la ciudad, a pesar de que no estaba en gran altura podía apreciar la bellleza de New Jersey igual forma.

—Éste apartamento será, entonces. —Argumentó.

—Estás son las llaves, cualquier cosa que necesite me lo hace saber, es un gusto tenerla aquí, espero que su estadía sea de buen agrado para usted.

—Bienvenida a New Jersey, Señorita. —Dijo antes de irse.

(+++)

Desperté al día siguiente con más ganas de vivir que el día anterior, tomé una ducha y volví al cuarto para elegir la ropa que iba a usar para la entrevista.

Dos horas más tarde de aquello estaba en la entrada de un enorme edificio, vestida con una falda larga color verde viejo y una camisa a rayas color celeste.

—Aquí comienza una nueva vida, Caroline. —Me dije mentalmente antes de entrar.
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¡Hola!

Soy principiante en esto, no tengo mucha experiencia narrando y escribiendo, así que les pido paciencia. Hay miles de errores gramáticos y ortográficos los cuales serán arreglados al final de la historia. Espero que sea de su agrado.

¡Obra totalmente mía!

© Derechos reservados.

Primer capítulo.

¡Las Imágenes adjuntas no son de mi propiedad intelectual!

Steven #1 [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora