Steven #1 [TERMINADA]

Segunda cena.

No podía sacar aquel nombre de mi cabeza. Desde qué Steven había pedido que le llamara algo en mi habia ocurrido.

Sé que ya habia escuchado o visto aquel nombre en algún lado. De eso no habia duda alguna pero ¿En donde diablos?

Dejé de pensar en aquello y comencé con el trabajo que me quedaba para finalizar mi horario.

Tomé la agenda y fui hasta la oficina de Steven, las citas estaban por el techo y necesitaba y necesitaba que me dijese si tenía alguna en especial para que pudiera suspender alguna otra.

Me quede quieta por algunos segundos al escuchar a Steven conversando con alguien muy alterado.

—Estas equivocado, no estamos seguros de que ella haya leído aquel contrato, Joshua. —sonaba irritado.

Iba a golpear cuando escuché algo que dejó paralizada.

—¡No me toques los cojones, imbécil! ¡Ella es mi empleada y si te atreves a tocarle un solo cabello, haré que te arrepientas! —Exclamó perdiendo el control.

Escuché lo fuerte que dejaba el teléfono en la mesa.

Volví a mi lugar como pude.

Cerré los ojos al recordar aquel archivo y que de ahí venía mi incertidumbre con el nombre Joshua Hoffman. Claro, el era uno de los asociados y firmantes

(+++)

El día continuó, prácticamente yo estaba ausente.

La idea de qué Steven solo me estuviera usando creyendo así que yo no hablaría de contrato, alvergaba mi mente, corazón y cuerpo. 

—Por fin te encuentro, amor. —sentí que me abrazada  por la espalda, mi cuerpo entero se tensó. No lo había sentido acercarse. —¿Estás bien? —preguntó dándome la vuelta, ubicándome frente a frente.

—Si...—susurré todavía ida. Hasta que sentí sus labios sobre los míos dejando un casto beso suave.

—¿Te sientes bien, Line? —Preguntó preocupado.

Seguro que fingiendo.

Asentí.

—¿Vienes hoy a cenar conmigo? —fruncí el ceño confundida. ¿A qué cena se estaba refiriendo? No había ningún cena en la agenda.

Seguro que había olvidado agendarla. mierda.

—Juro que olvidé agendarla pero si me lo permites puedo hacer que consigas una reservación en cualquier restaurante de la ciudad. —me veía confundido, hasta diría que un poco diviertido y lo confirme cuando carcajeó.

—No hay que hacer tal cosa, Amor. —Negó sonriendo.  —Cenaremos juntos nosotros dos solos, en mi casa. —explicó viéndome a los ojos.

Me permití besarlo, despacio sin apuros. Quería transmitir todo lo que sentía en ese momento; alegría por volver a cenar con él, y tristeza por pensar que él hacia esto solo por conveniencia, pues le convenía tener a su tonta secretaría la que habia visto aquellos documentos envuelta a su manos.

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Décimoséptimo capítulo.