Augusto.

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Podía jurar en aquel momento que mi corazón se había detenido por una milésimo de segundos.
eso sentí por un instante.

Fue perfecto, precioso e inigualable escucharlo decir aquello.

Unir mis labios con los suyos fue terminar de cerrar un trato con mi corazón.

Quise pensar en otra cosa para detener el eclipse de emociones qué tenia dentro mio.

Steven sabia como ganar territorio en mi cuerpo.

—Eres preciosa, Line.

Sonrei antes su chulería. Mi cuerpo iba a explotar. Estaba demasiada entusiasmada, feliz y ¡basta! Era un momento sin descripción clara.

Bajó del auto y lo seguí haciendo lo mismo. Tomó mi mano y me llevó hasta el inmenso Jardin que tenia.

Había todo tipo de flores con distinto color y tamaño.

Y cuando íbamos a sentarnos en un banco un falso carraspeo detrás nuestro nos interrumpió. 

Steven se dio vuelta rápidamente mientras que yo tarde algunos segundos.

Estaba media embobada con toda pero al verlo frente mi. Pude sentir un balde agua helada caer sobre mi.

—¿Augusto, qué haces aquí?
—Sin dejar de clavar sus ojos grises en mi le contestó a mí acompañante.

—Vengo a visitar a un amigo pero veo que está ocupado. Otro días no vemos. —vi sus ojos grises enfurecer por  completo cuando miró nuestras manos entrelazadas.

Se marchó sin que yo pudiera reaccionar.

La estupidez una vez me había dominado.

Pero en cuanto mi lucidez volvió pero no del todo a mi sistema. Solté la mano de Steven e intenté ir tras él.

—Se ha ido, amor. —Me abrazó por la espalda y dejó un beso en mi cabeza. —Mañana hablaremos con él, no te preocupes.

(+++)

Al día siguiente me había ido a primera hora a mi apartamento.

Necesitaba hablar con Augusto.

Entre a mi depa y corrí a una ducha rápida. Tenia que apresurarme y tratar de gastar el tiempo menos posible si quería pasar gran  tiempo con mi primo.

Cuando salí de la de la duche me vestí con lo primero que vi, una falda gris topo y una remera de tiras finitas color negro, tome los zapatos mas cómodos y bajos qué tenia y me los puse.

Preparé un desayuno completo para dos y fui en busca de Augus.

Por lo que me había dicho tiempo atrás en algún momento cuando él vendría de España se quedaría en alguno de los depas que había comprado.

Así qué me dispuse a golpear ambas puerta frente a mi por varios minutos hasta qué una se abrió y de allí un muy dormido Augusto se asomó.

—¿Qué quieres?  —Me dolió su trato hostil y seco pero no desistí. —¿Caroline? —volvió hablar una vez que no respondí tras unos segundos.

—Hablar, Augus. —Rodó los ojos y asintió.

Abrió la puerta y me permitió entrar. Abrí los ojos y golpee mi frente.

—¡Ya vengo! —Volví a mí departamento por el desayuno que había preparado para los dos y entré algo cargada al suyo.

Me asomé a la cocina y dejé todo sobre la mesada.

—Bien. Tienes diez minutos, debo irme a trabajar. —Asentí triste. Él jamás me había tratado y hablado así.

Le pase su parte del desayuno y me sente frente suyo.

—Bien. —empecé. —No sé que decir primero pero...—jugaba con la cuchara en mi taza tratando de buscar las palabras correctas. —Nos gustamos y no sé. Él me dijo que me quería y bueno... Yo también lo quiero y lo quiero mucho. Sé qué recién nos conocemos pero cada beso que nos damos es... Indescriptible.

—Ok. —dijo desinteresado.

Nos quedamos en silencio un instante.

Resopló con cansancio y decidí irme.

—Nos vemos. —dije sin  ganas yendo hacía la salida.

—¿Es por él que olvidabas llamarme?  —Sonrei y negué dándome vuelta. Estaba a unos metros de mi con los brazos cruzados, mirándome    fijamente. —Bien. Entonces iremos a almorzar juntos. —Asentí emocionada y corrí saltando sobre el.

—Te adoro, primito.

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Décimo Noveno Capítulo.

Steven #1 [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora