Por completo.

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Había intentado mantenerme serena durante la cena, pero no lo había conseguido. La conversación que habia escuchado horas antes había terminado por volverme paranoica.

—¿En qué estás pensando, Amor? —Preguntó con un tono de voz suave, dulce.

Le sonreí saliendo de mi ensoñación, justo lo que no necesitaba él lo hacía, con qué fuerzas iba a enfrentarlo si me hablaba y trataba de esa forma:

Dulce.

—Tonterías. —mentí—¿Y, Michael? —cambié de tema rápidamente. Frunció el ceño confundido y sonrió recordándolo.

—Con mi hermana, Megan. —respondió.

Sonreí, y alejé mi mano de las de él para mirar la hora.

Me paralice al ver más de trece (13) notificaciones de llamadas perdidas por parte de mi primo Augusto.

—Un momento. —pedí. Envié un mensaje de texto preguntándole qué ocurría, y que en cuanto me desocupara le devolvería la llamada. —Listo...—levante la mirada del celular y lo vi, apretaba fuertemente la mandíbula y sus manos estaban hechas puños, de color blanco. —¿Qué ocurre? —mi voz sonó más que confundida.

¿Qué coño le ocurría a éste hombre? ¿Sufría de bipolaridad? ¡Hace menos de cinco segundos estaba con una sonrisa y mirada de ternura y ahora está queriéndome enterrar tres metros bajo tierra! ¡Bien, tal vez exageré un poco! Pero si pudieran haber visto cómo estaba viéndome...

—Nada. —dijo entre dientes antes de levantarse del lugar e irse hacia la caja.

Cuando lo vi salir en grandes zancadas del restaurant, tomé mis cosas y lo seguí. ¡Joder, ¿Qué rayos había hecho mal?!

—¡STEVEN!—grité ya fuera del restaurante viendo como se acercaba a su auto.

¿Pensaba dejarme sola? ¡Agh, maldita sea!

—Sube al auto. —ordenó deteniéndose para abrir la puerta de copiloto, dejándome subir primero.

Abrí la boca para decir algo pero decidí no hacerlo al ver como seguía  apretando los puños.

En boca cerrada no entran moscas, Caroline.

Unos minutos más tarde, mi celular timbró y era el sonido que había puesto para identificar los mensajes y llamadas por parte de Augusto, lo ignoré.

Miré a la persona que tenía al lado como conducía, iba más que rápido, tan así que me había puesto un poco de los nervios .

—¿Steven me dirás qué ocurre? —quise acariciar su mejilla pero él no lo permitió.

A decir verdad, su acción me dolió. Mi rostro se entristeció, al parecer él lo notó y bajó un poco la velocidad.  Miraba por la ventana, y al parecer nos acercábamos a su casa.

—Quiero ir a mi casa, bájame aquí. —Fue lo único que dije, lo ignoró, siquiera volteó a verme.

Esperé a que llegáramos a su casa, y de ahí pensaba  pedir un taxi. Desabroché el cinturón cuando entramos a la cochera, e intenté abrir la puerta pero le había puesto seguro. Cerré los ojos y conté hasta diez para tranquilizarme.

—¿Con quién hablabas? —Tragué saliva al escucharlo, frunci el ceño ¿De qué hablaba? —por celular. —aclaró. Mi rostro y todo mi cuerpo tomó calor, me había enfurecido. ¿Se había comportado cómo un idiota por eso?

—No tengo porqué decírtelo, no somos absolutamente nada pero de todos modos te lo diré, hablaba o mejor dicho enviaba un mensaje a mi primo ya que tenía llamadas perdidas de él. ¿Ahora podrías abrir la puerta? Gracias.

Había sonado más que borde, pero si se había comportado como un capullo y había estado  tratándome así por dejar de mirarlo apenas unos minutos por enviar un mensaje, era patético.

Sumamente patético.

Desabrochó su cinturón y me tomó sorprendiéndome de la mandíbula, miré sus ojazos azules y por un momento me arrepentí de decir aquello de qué no éramos nada, pero era verdad. Podía notar arrepentimiento en sus ojos, así no demostré nada o eso quise creer.

—A veces me comporto como un auténtico idiota, perdón. Lo siento, no sabía que estabas hablando con tu primo, es que..., de un momento me dejaste mirar y te pusiste pálida, pensé lo peor. —confesó. Rodé los ojos, y me alejé de su agarre.. Era un idiota, como él lo había dicho un AUTÉNTICO IDIOTA. —Amor...—susurró dolido.

—Quiero bajar, Steven. —Pedí ignorando su llamado.

Destrabe el seguro de la puerta copiloto y me dispuse a querer bajar del auto pero tomó mi brazo y habló:

—Te quiero, Caroline.

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Décimoctavo capítulo.

Steven #1 [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora