Segura.

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Por segunda vez en la noche Steven rió, dejó su sacó en el sofá y se acercó hacia mí.

—No haré nada que tú no quieras. —Aseguró encendiendo  un interruptor, permitiendo que las luces de la cocina iluminaran la sala. —¿Qué quieres beber? —abrio la heladera y espero mi respuesta. 

—Agua fría está bien.

sonreí con ternura imaginando a quién le pertenecían los dibujos que estaban pegado en la puerta de la heladera.

Sirvió y ambos bebimos.

Él también se sirvió.

—¿Te gusta?—Notó que observaba fascinada el cuarto de cocina.

Asenti despacio.

—Acompáñame. —Lo seguí hasta el tercer piso y entramos a una habitación.

—Puedes dormir aquí. Traeré algo para que duermas cómoda.

Apoyé mi bolso en la cama King y la observé detalladamente, cuatro puertas en total, un mesa de luz y un enorme ventanal con vista al jardín.

Me saqué los zapatos mientras esperaba a Steven y entre al baño.

Lavé mi rostro y dientes con un cepillo nuevo que había, solté mi cabello y me observé en el espejo, abrí los ojos espantada cuando noté el volumen que cargaba en mi cabello negro.

Traté de peinarlo con mis manos y salí del baño encontrándome con Steven sentado en la cama.

Cuando me vio, me observó por unos segundos, sus ojos azules se habían oscurecido, lo pude notar mejor cuando estuvo frente mío.

Estuvimos observandonos así por algún tiempo hasta que sus labios se juntaron con los míos, dejándome una vez mas sin aliento. 

Sentí su mano subir por mi muslo hasta ubicarse en dentro de mí falda, tocando mis bragas. Sus dedos rozaron mi intimidad y un jadeo salió de mi a la vez que intentaba cerrar las piernas.

No quería que Steven dejara de besarme pero tampoco estaba segura de si quería seguir.

—Steven...—Pronuncié su nombre con dificultad mientras él bajaba sus besos a mi cuello y comenzaba a lamer y chupar.

—Disfruta. —Sentí sus dedos moverse por encima de mis bragas.

Comenzaba a mojarme. Gemí. A lo que él se separó. Abrí los ojos y lo vi, estaba observando solo cómo él lo hacía, con intensidad.

Se alejó hasta cerrar con seguro la puerta y desabrocharse la camisa. Volvió acercarse a mí tomándome del trasero, por reflejo enrende mis piernas en su cadera, hasta llegar a la cama.

—¿Estás segura? —Inquirió con voz ronca en un susurro sin dejar de mirarme, mientras se acercaba a mis labios.

Mordí mi labio inferior y asentí.

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Decimocuarto capítulo.

Steven #1 [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora