El plan entra en acción. Parte 4. Allen

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Desde que bajé del limbo, seguí de cerca a Scott y los demás. Me había divertido haciéndoles jugarretas a Viktor y Yuri, el hermano menor de Yerik. Sí que el tiempo había pasado rápido. Aun podía recordar la primera vez que Yerik le mencionó a Scott que tendría un hermano y el cómo lidiaría con ello. Mi hermano le dio su consejo y Yerik se despidió con un beso. De eso habían pasado ya seis largos años. Todos habían cambiado, menos yo.

Me encontraba en la vieja casona, estando expectante a lo que sucedía, Scott me había dicho que acompañase a Yerik, genial, tendría que hacer de niñera. Todo sea por ayudar a ese par. La vieja casona era grande, las tres habitaciones del último piso eran espaciosas, llenas de polvo y objetos ocultos bajo una sábana.

Cristopher se encontraba en una de las habitaciones, herido. En ella había un candelabro, iluminando la habitación. Yerik había alcanzado a lastimar el hombro derecho y una bala había rozado su costado izquierdo. Ahora entiendo porque el apodo de "Tiro con gracia". A pesar de que apuntase a otro blanco, siempre lograba dejar herido a su contrincante. Yerik se encontraba a mitad de las escaleras. Su brazo izquierdo tenía una bala incrustada, sangrando profusamente. Arrancó una parte de su camisa e hizo presión en la herida, logrando hacer una especie de torniquete con ella, respirando agitado, sosteniendo el arma con la diestra. Mala suerte el que Yerik fuera zurdo. No tendría la misma destreza que con la otra mano, por lo que la probabilidad de que tuviera una buena puntería se reducía a un 25%. Si Barba Azul disparaba, Yerik estaría en grandes problemas. Debía ayudarlo, por lo que tuve una idea. Provoque que el escalón que Yerik estaba pisando cediera y su pie quedara atrapado. Eso me daría ventaja de lo que iba a hacer. Saludaría a mi viejo amor. Una sonrisa cruzó por mi rostro, ante la travesura que realizaría. No tenía idea de que llegase tan lejos.

Me acerqué a la habitación en la que Cristopher se encontraba, cerrando la puerta con seguro

— ¿Quién está ahí? – preguntó Cristopher, quien se había quitado la máscara, apuntando con su pistola a la puerta.

Moví unas cuantas cosas a su alrededor para advertirle de mi presencia. Continuaba con su arma levantada, apuntando a las cosas que movía. Jarrones, muebles, hasta llegar a una zona donde los rayos de luz atravesaban la ventana. Me aseguré de que mi figura translúcida se viera cuando pasara por la ventana. Cabe decir, qué del susto, Cristopher me disparó, atravesándome, dándole a la pared que se encontraba a unos pasos tras de mí.

—Tú – comenzó a decir, con evidentes ganas de salir corriendo – Tú estás muerto, yo te asesiné, como es posible que te encuentres aquí – dijo de manera pausada, apuntándome con la pistola que llevaba en la mano – Yo te vi morir, no puedes seguir vivo – comentó, siguiendo mirándome con total desconcierto. Disparó dos veces más, teniendo el mismo resultado. Cristopher retrocedió, asustado, mientras yo avanzaba hacia él. Un paso, dos pasos. Fue suficiente cuando retrocedió y cayó de bruces al suelo, sin apartar su mirada de mí. Así que me acerqué a él, acariciando su rostro.

—Y pensar que alguna vez me fije en ti, quien debería estar muerto eres tú y no yo – susurré, lo suficientemente audible para que Cristopher me escuchara. Su mirada perpleja y atónita me decía lo mucho que se encontraba asustado. Pero no era el único en la habitación. Uno a uno fueron apareciendo. Los chicos a quienes había asesinado por amor. Aquellos con quienes había cometido sus crímenes pasionales, a quienes había utilizado por un momento de placer y había desechado como si de objetos se tratasen. Todos esos chicos se encontraban ahí, mirando con atención a Cristopher, quien los veía a todos de una manera clara. Nos aprovechamos del fenómeno de la aparición para poder mostrarnos ante él.

— ¡Asesino! – dijo uno de ellos, señalándolo

—No deberías seguir vivo – siguió otro

Missing [En Edición] (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora